lunes, 26 de mayo de 2014

SALUDOS A TODAS Y TODOS, PERDONEN MI PROLONGADA AUSENCIA, LES ENTREGO UN NUEVO CAPITULO DE LA HISTORIA PATRIA DE VENEZUELA

28 DE MAYO DE 1814
BICENTENARIO DE LA 1ERA BATALLA DE CARABOBO

Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar

 “…Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... Esta maldita guerra me ha perdido...”

Expresión de Napoleón Bonaparte, en su exilio en la Isla de Santa Helena al referirse a la Guerra de independencia española.

Voy a iniciar estas palabras cargadas de emoción patriótica y revolucionaria ante esta gran audiencia cívico-militar, con una verdad innegable apadrinada por los hechos históricos que hoy 28 de mayo de 2014, al cumplirse el ducentésimo aniversario de la 1era Batalla de Carabobo celebramos gloriosamente.

¡…Gracias Napoleón Bonaparte, gracias mil gracias…!

Por invadir al reino de España en 1808 y haber estimulado fervorosamente a nuestros hombres y mujeres américo-meridionales, para definir definitivamente el arduo camino de nuestra lucha por la emancipación absoluta de toda dominación imperial venga esta de donde venga.

Señoras y señores, La libertad e independencia es la herencia que debemos preservar, nuestros enemigos están allí, en espera de mostrarnos débiles, en espera que la corrupción debilite nuestra empresa revolucionaria, en espera que nos corrompamos con los vicios de las viejas prácticas burocráticas, en fin, en espera que nos perdamos irreversiblemente.

Pues voy a ser enfático y muy responsable en lo que les voy a decir. Pueblo de Carabobo, Pueblo de Venezuela, nuestro mayor escudo y mayor fortaleza esta precisamente sustentada en cultivar la memoria histórica de la venezolanidad, de nuestra ciudadanía, es la única forma que existe, para condonar las viejas prácticas hegemónicas neocoloniales que pretenden ajustarnos una correa al cuello republicano y asfixiarnos paulatinamente, engañándonos bajo un manto de frivolidad, de consumo irresponsable y de espejismos de basura globalizante.

Para ello vamos a sumergirnos un poco en nuestro pasado, quizás allí estén las respuestas que tanto ansiamos, para poder construir una comunidad con justicia social, una democracia más racional y republicana, en fin un pueblo más consustanciada con su progreso indetenible hacia la conquista de su integridad moral, ética y revolucionaria.

Días aciagos azotaban a la República, la incomprensión del proyecto de Bolívar se había generalizado y el pueblo falto de educación para comprender la magnitud de su significado, optaba por regresar mansamente a las manos de sus antiguos amos, quienes ofrecían todo tipo de prebendas y regalías con tal que no siguieran el camino del oprobioso Bolívar y sus cómplices.
 
Corría el mes de enero de 1814, los sucesos políticos, sociales y militares se desarrollaban con extremo frenesí, las lealtades al nuevo proceso emancipador se manifestaban dramáticamente, unos aterrorizados por la llegada de las huestes libertadoras al mando del consagrado Libertador Simón Bolívar, otros en permanente excitación, en espera de las transformaciones necesarias para derrumbar la estructura feudal heredada del coloniaje español, y algunos permaneciendo en las sombras, en silencio conspirador, en espera de los acontecimientos europeos que para ese año indicaban la caída del imperio napoleónico y por ende, el fin de la ocupación francesa en España.

La guerra de guerrillas española, desatada sin dar cuartel a las fuerzas expedicionarias napoleónicas, estaba dando frutos y la retirada francesa era inminente.

El futuro de la naciente Segunda República venezolana era incierto, los poderes coloniales, luchaban entre sí por mantener la hegemonía del comercio allende los mares, en espera de repartirse el botín a merced de la sangre de los pueblos expoliados por tanta ambición. El Presbítero José Félix Blanco presintiendo esta situación, expresaría su terrible temor:

¡Nuevas y mayores matanzas; más crueles y abominables atrocidades; más vasto el campo de muerte que presenta Venezuela en este año por siempre fatal! Sin exageración puede asegurarse que el cuadro de desolación y horror que nuestra sola patria ofrece en este pequeño período es, rasgo por rasgo, y autoridad por autoridad, el mismo que en el siglo bárbaro de la conquista presentó la América entera ¡Los mismos crímenes, los mismos estragos, las mismas depredaciones; todo género de maldades, de perfidias y de crueldades; aquella misma sed de sangre, aquella misma rabia, aquel mismo furor, los mismos conquistadores, en fin, bajo distintos nombres.

El Libertador preocupado por garantizar la paz de la República naciente, buscó por todos los medios posibles, consolidar su Ejército Libertador en una fuerza capaz de defender lo libertado, sin embargo y a pesar de su extraordinario avance hacia Caracas en 1813, no le permitió derrotar a las tropas realistas completamente, esta situación táctica adversa favoreció la reconstitución de los batallones enemigos, los cuales en poco tiempo contraatacarían ferozmente.

Bolívar expresaría su inquietud ante la asamblea reunida en la capital el 2 de enero de 1814.

“Para salvarnos de la anarquía, y destruir los enemigos que intentaron sostener el partido de la opresión, fue que admití y conservé el poder soberano. Os he dado leyes; os he organizado una administración de justicia y de rentas; en fin, os he dado un gobierno. Ciudadanos: yo no soy el soberano. Vuestros representantes deben hacer vuestras leyes; la hacienda nacional no es de quien os gobierna; todos los depositarios de vuestros intereses deben demostrarnos el uso que han hecho de ellos. Juzgad con imparcialidad si he dirigido los elementos del poder a mi propia elevación, o sí he hecho el sacrificio de mi vida, de mis sentimientos, de todos mis instantes, por constituiros en nación; por aumentar vuestros recursos; o más bien, por crearlo”.

El dolor de la inconformidad manifiesta en Bolívar, denotaba la falta de conciencia y  compromiso por parte de aquellos hombres poderosos, que a la zaga de los acontecimientos, apostaban por la debacle republicana.

La muerte del Coronel Atanasio Girardot acontecida en la Batalla de Bárbula en octubre de 1813, y la negativa permanente del General Santiago Mariño de consolidar una fuerza militar bajo una sola dirección, a pesar que el Libertador le ofreció el mando absoluto a este último. Permitió al enemigo consolidar sus posiciones y abrir frentes insurreccionales en las Provincias de Coro, Caracas, Guayana y Cumaná, gestando con estas acciones movimientos anárquicos que desataron bajo tenaces liderazgos negativos, la sublevación de las castas sociales que no creían en los cambios propuestos por sus libertadores.

Simón Bolívar lo manifestaría tiempo después.

“Un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.”

Cuando las pasiones partidistas se encendieron producto de los rumores del triunfo español en contra del Emperador Napoleón Bonaparte, comenzó a socavarse las estructuras fundacionales de la República recién creada. El Libertador luchando desde la arena del discurso en la asamblea instalada en Caracas en enero de 1814, manifestaba el deseo de consolidar la unión política en primera instancia, para poder asumir el mando militar y preparar la defensa militar.

“Anhelo por el momento de trasmitir este poder a los representantes que debéis nombrar, y espero, ciudadanos, que me eximáis de un destino que alguno de vosotros podrá llenar dignamente, permitiéndome el honor a que únicamente aspiro, que es el de continuar combatiendo a vuestros enemigos; pues no envainaré jamás la espada, mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada”.

Los intereses coloniales sin embargo, equipaban con armas y municiones a los contrarrevolucionarios gracias a los servicios de buques estadounidenses, contrabandistas y piratas de poca monta, muchos de estos auspiciados desde la Florida y Puerto Rico trayendo como consecuencia, el fortalecimiento de las acciones militares enemigas que ya hacían mella en el debilitado Ejército Libertador.

José de Austria lo expresa de la siguiente manera:

“En cualquiera dirección que tuvieran que obrar las pequeñas columnas del occidente, se encontraban con enemigos realistas, que si hubieran sido tan valientes como numerosos, los hubieran destruido totalmente en la continua serie de ataques que les presentaban. Carlos Blanco con sus guerrillas, se enseñoreaba en las llanuras de San Carlos; Pedro Ramos, con los suyos, se interpuso entre la Villa de Araure y el pueblo de Sarare; el bárbaro Millet hostilizaba a la ciudad de San Felipe y cometía todo género de crueldades; Reyes Vargas, Inchauspe, Oberto y Torrellas, eran incansables en sus continuos choques contra Barquisimeto, Quíbor y El Tocuyo; Yáñez, Calzada y Puy, con las más respetadas fuerzas, hostilizaban la Provincia de Barinas. Todos estos, como los sanguinarios Boves, Morales y muchos otros guerrilleros que obraban por diferentes puntos de la República, lo hacían bajo la salvaguarda de una segura y arbitraria retirada, y con una base aún más segura y provista de un germen de discordia y de proyectiles inextinguibles situada en Coro, Maracaibo, Apure y Guayana, que abrazan una inmensa latitud del territorio”.

La anarquía se había hecho presente. La guerra civil ya se encontraba en marcha.
Este era el escenario presente para el año de 1814, Bolívar y su Estado Mayor, mantenían una sincronización perfecta en la toma de decisiones que los condujera a consolidar su posición política y militar, sin embargo hay que decirlo responsablemente, habían lideres muy importantes que querían navegar en otras corrientes y no precisamente en abrazar la causa de la justicia social y de la igualdad social y económica, es más, deseaban con fervor colonial que el proyecto emancipador de Bolívar, no pudiera consolidarse. Ya sabemos hoy en día, cuáles eran las razones y los por qué de ese entonces, pero también sabemos fehacientemente, que esas son las mismas razones y las mismas pretensiones que le están disparando a plomo grueso, a la nueva independencia venezolana del siglo XXI.

Al empezar la batalla el General Bolívar arengó a las tropas y a sus comandantes las siguientes palabras: “Soldados vosotros tenéis delante los mismos jefes y los mismos españoles de quienes habéis triunfado en más de 100 combates. Este debe ser el último”.

Citando al profesor Nelson Vielma , presidente del Capítulo de la Sociedad Divulgadora de la Historia de Puerto Cabello, procederé a narrar lo siguiente:
Una vez estando los dos ejércitos en la inmortal sabana el 28 de mayo, se libró la primera batalla de Carabobo. El combate comenzó a la una de la tarde cuando la división del General Rafael Urdaneta, abrió fuego contra el enemigo intentando flanquear a los realistas por la derecha, pero esto era parte de la estrategia para distraer a Cajigal del principal ataque que se dio por el otro flanco y el centro con el avance simultaneo de José Francisco Bermúdez, Juan Manuel Valdés y Florencio Palacios.

Por cerca de una hora las posiciones realistas resistieron la mortífera embestida patriota, dándose feroces combates y un nutrido fuego cruzado hasta que el centro realista, comenzó a ceder. El Mariscal Cajigal entonces envío a “Los Carabineros de Granada” que era la mejor tropa que se dispuso a proteger dicha posición. Como respuesta, El Libertador Simón Bolívar ordeno a Santiago Herrera que con la caballería de José Gregorio Monagas, Juan Josefo Rondón y Lucas Carvajal, los atacaran, mientras la artillería patriota comandada por el Coronel Diego Jalón, se dedicaba a bombardear la posición del Estado Mayor realista, forzándolo a cambiar de lugar varias veces e impidiéndole reaccionar adecuadamente para dirigir las acciones de la batalla.

Mientras tanto los lanceros patriotas atacaron de frente a los “Carabineros de Granada”, obligándolos a presentar batalla, estos al poco tiempo tras un terrible combate empezaron a retroceder, arrastrando con ello a la infantería realista que rompió sus filas y huyo en medio del pánico.

A las seis de la tarde la batalla terminó, y Cajigal intentó organizar una retirada ordenada, pero hasta esta le fue impedida por la caballería republicana que  los atacó desde todos los ángulos. El Mariscal Juan Manuel Cajigal y su Estado Mayor apenas lograron escapar con unos pocos hombres, perseguidos por el General Rafael Urdaneta. Fin de la cita.

Rafael María Baralt, al referirse a esta inolvidable acción, expreso lo siguiente: “Hasta entonces, en ningún campo de batalla venezolano se había reunido ni tanto número de soldados ni tan expertos jefes”.

El General Mariño en medio del fragor de la batalla, expresó lo siguiente: “Soldados de Oriente, mostrad su antiguo valor y concluyamos hoy con el que se nos escapó; que Cajigal al ver nuestra furia, huya despavorido como lo hizo de Barcelona”.

El General Ribas al batallón de Barlovento que el mismo formó, enérgicamente ordenó: “Soldados vosotros en quienes jamás ha podido influir la suerte de la guerra, pues que siempre habéis sido vencedores, vais hoy más que nunca a mostrar vuestro valor y disciplina, y si se nos presenta algún obstáculo para conseguir la victoria; entonces debéis vencerlos”.

Las fuerzas patriotas tomaron en el campo de batalla, 1100 prisioneros, 500 fusiles, 7 piezas de artillería, todos los parques y cajas de guerra, además de 8 estandartes realistas. Las bajas del General Cajigal se contabilizaron en aproximadamente 1000 muertos.

Las bajas del Libertador Simón Bolívar en el campo del honor fueron entre 12 y 40 muertos, pero las mismas se vieron reflejadas con dramatismo en la oficialidad, debido principalmente al arrojo y valentía como condujeron la maniobra, llevando a las tropas hacia los objetivos planteados en la táctica diseñada por el Estado Mayor de Bolívar. Serrano, Toro, Ojeda y La Rosa Hernández, fallecieron. Los Capitanes Gómez, Droz, Altamira, González, el Mayor José María Carreño y el Coronel Manuel Valdez, fueron heridos gravemente.

“Honor y gratitud eterna a nuestros héroes” muchos olvidados, pero hoy serán recordados y recuperados, para que la memoria colectiva de un pueblo agradecido, rinda los honores de su triunfo eminente.

Esta victoria trajo como consecuencia, que las fuerzas realistas quedaran desarticuladas por completo, dándoles un respiro a los patriotas en su proceso de reconstitución como una unidad hegemónica muy superior a las que se les oponían. Sin embargo La Capitulación de Paris, y el triunfo de los Borbones en España en 1814, señalarían que próximamente la balanza de poder se inclinaría a favor de la Legión Infernal conducida con saña y sadismo por José Tomas Boves, liquidando la Segunda República en la Batalla de la Puerta II, y para completar la debacle republicana, el arribo a las costas venezolanas de la Expedición Pacificadora comandada por el General Pablo Morillo.

Lo que marcó  este periodo histórico venezolano lleno de tanta ignominia fue, la extrema exacerbación de los odios raciales y sociales, herencia maldita consecuencia de 300 años de desigualdades, crueldades y discriminación alevosa y criminal impuesta por un régimen colonial feudal y ortodoxo, que no comprendía que su dominación estaba a punto de colapsar y con ello la caída de un entramado de leyes, normas, tradiciones y costumbres que eran imposibles de sostener más tiempo. Los pueblos reclamaban espacios para desarrollarse y el proceso de mestizaje propio de esta tierra venezolana, se presentó de una forma inédita en comparación con otras latitudes americanas. De allí podemos inferir la venezolanidad como: un gentilicio lleno de un espíritu contestatario e inflexible cuando de libertad se trata.

Remontándonos a nuestra época, en la actualidad, vivimos en un proceso definidor de la verdadera independencia nacional, hemos sufrido la arremetida incuestionable de elementos antirrevolucionarios, que nos han hecho mucho daño, pero más allá de sus efectos vemos con pasmosidad, que son nuestros los venezolanos los que caen en el campo de honor de las reivindicaciones políticas, sociales y económicas mientras que hay otros venezolanos que le hacen el juego macabro a intereses de grandes corporaciones transnacionales que siempre han acariciado la idea de fragmentar la patria en pedazos para ser subastada al mejor postor, en detrimento de las poblaciones y sus recursos naturales.

¡Eso jamás lo deberemos permitir! Hay que cultivar la memoria histórica de los pueblos y veremos que ninguna idea torcida y trastocada por tecnócratas piratas y faltos de humanidad, le echaran mano a nuestra patria venezolana.

Celebramos junto a la Sociedad Divulgadora de la Historia Militar, la fundación de 26 capítulos de la sociedad en cada una de las sedes de la UNEFA, distribuidas a nivel nacional, consolidando la única e inmarcesible idea de masificar el estudio de la historia cívico-militar a nivel universitario como base fundacional del fortalecimiento de la defensa integral, pilar necesario e insustituible para garantizar la seguridad, la paz y la integridad soberana de nuestra patria Venezuela.

Este hecho es único en la historia educativa del país, y el impacto que tendrá se hará notar de inmediato al contar con divulgadores de la historia patria preparados y consustanciados con la medula histórica de la nación, la cual nació precisamente en el crisol de razas y en los campos de batalla a lo largo y ancho de nuestra geografía y los espacios acuáticos, y en especial en el inmortal Campo de Carabobo, cuna de la libertad venezolana. Son 200 años imposibles de ser olvidados.

Celebramos junto al pueblo carabobeño y venezolano esta fecha bicentenaria como uno de los más grandes acontecimientos cívicos militares que abrirían 7 años después, la consolidación absoluta de la libertad venezolana.  Carabobo vio nacer la patria.

Cuando el Estado Mayor Libertador le preguntó al General Bolívar antes de batirse con las fuerzas realistas comandadas por el Mariscal La Torre el 24 de junio de 1821: ¿Por qué Carabobo?  Su respuesta fue lapidaria y contundente:

“Fue en esta sabana, donde hace siete años vencimos a los españoles”. Las cosas para hacerlas bien, hay que hacerlas dos veces, la primera siempre enseña a la segunda”.

¡Independencia y Patria Socialista!
 ¡Viviremos y venceremos!

¡Por su memorable atención pueblo de Carabobo, pueblo de la República Bolivariana de Venezuela!

¡MUCHAS GRACIAS!