lunes, 10 de febrero de 2014

CARTA SIN REMITIR AL COMANDANTE


CARTA SIN REMITIR AL COMANDANTE ETERNO


Caracas, 10 de febrero de 2014

Carta escrita al entonces candidato presidencial Teniente Coronel Hugo Chávez, plasmando mis inquietudes con un primigenio abordaje histórico, reflejándose en ella un punto de vista aguas abajo, de la situación de desesperanza y desinterés nacional sobre los problemas venezolanos antes de abandonar el Siglo XX.

Esta carta jamás fue remitida. ¡De haberlo hecho!, quizás ahora, no estuviera nuevamente redactándola.

Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira

 

HACE 20 AÑOS…

Para: Tcnel. Hugo Rafael Chávez Frías
De:     Stte Edgar Alejandro Lugo Pereira

Cumaná, 07 de mayo de 1997

Constituye un honor y exalta mi orgullo al escribirle estas líneas, sin temor a equivocarme, están preñadas de intensa emoción comprendiendo que en este afligido y maltratado país, existen personas que luchan de manera desinteresada, sin más mérito que preservar la gloria de los héroes de la independencia y a su vez se alzan en guardianes celosos de la memoria de El Libertador.
Los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas, luchan cada día tratando de cambiar la senda derrotista que dirigentes sin escrúpulos y faltos de fe nacionalista, han convertido este cuerno de la abundancia, esta tierra de gracia, iluminada y bendita por la gracia de Dios Todopoderoso, en una cuenta bancaria, abonándose para ellos en exclusiva, la riqueza que por ley  corresponde al pueblo venezolano, digno y soberano de recibir los beneficios justos que este pueblo trabajador se merece.
Desde mis inicios como profesional de las armas, he predicado la palabra histórica en todas mis acciones como conductor de hombres, manteniendo el uso perspectivo de la visualización del futuro convirtiéndola en la predica constante por salvaguardar el valor histórico de la patria inmortal, heredada de tanto sacrificio y encono ya marchitado, por las ambiciones que colgaron en el pecho nacional, un cartel de corrupción generalizada en todos los escenarios de la vida de esta sociedad rentista y espectral.
Usted representa al Coronel Juan José Rondón, comandante de la caballería llanera en la Batalla de Pantano de Vargas, y cuando Simón Bolívar, daba todo por perdido ¡Le gritó! ¡Coronel, salve usted la patria! y con una decidida carga la salvó. Pues bien, necesitamos otra carga tan valiente y decidida para salvar nuevamente a la patria, nadie se la está imponiendo, pero es una revelación que clama su atención desde los anales históricos transcritos en pesados libros ya olvidados por la vorágine del saqueo y expoliación anárquica de este pueblo venezolano, que solo ha aprendido a resistir con estoicidad los golpes certeros del látigo abrumador de tanta ignominia y asquerosa pasividad.
Si el pueblo abre los ojos y decide que usted sea quien lleve las riendas de nuestro país, tendrá la oportunidad de resarcir tanto daño y dolor consumado en la madre patria, ella dejara de llorar, podrá curarse poco a poco las heridas abiertas en su carne y como madre acogerá en su seno, a sus hijos e hijas incluyendo a quienes le hicieron daño. ¡Ella sabrá perdonar en su momento a todos sus verdugos! ¡Comandante este es su momento!
Recuerdo los días de clases en la AMV, las cátedras “Evolución del Pensamiento Militar” y “Filosofía de la Guerra”, los profesores trataban por todos los medios de invisibilizar nuestros héroes patrios en favor de los grandes capitanes de la historia militar, ocultándonos con alevosía criminal, los textos que reflejaban la gesta social emancipadora, trataron de mostrarnos una realidad diferente de la verdad libertaria y revolucionaria porque sabían, quizás premeditadamente, que el movimiento MBR-200, dirigido por Usted en estos momentos, esta fortalecido por los ideales independentistas que están en pleno proceso de efervescencia.
Esta bizarra realidad hizo comprender a mi generación militar: ¡No éramos un atajo de idiotas!
De inmediato comprendimos que mi país si tiene esperanzas, ¡Llego la hora de los hombres justos! Usted trató de derrocar un gobierno infame en su debida oportunidad, y no lo logró militarmente, pero obtuvo el triunfo total en todos los escenarios de la vida pública nacional. ¡Usted consolidó la victoria de la verdad histórica!
¡A veces pienso y trato de preguntarme! ¿Por qué razón no hemos podido levantar a Venezuela de donde está postrada? ¿Será que no nos sentimos venezolanos? ¿Será que se nos coaguló la sangre patriota en las venas? Hemos permitido que ignorantes y faranduleros de pacotilla hayan ido socavando las bases de una sociedad históricamente solidaria y comprometida con el buen vivir. Estoy seguro que si El Libertador viviera, no le daría pesar llevar al cadalso a todos y cada uno de los vendedores de la patria, por haber usado su nombre como pretexto para las cosas más infames.
¡No es justo lo que está aconteciendo en Venezuela! A veces me avergüenzo ver y leer los tristes espectáculos que a cada momento y sin parar, montan los senadores y diputados que y como hienas hambrientas, debaten a quién le corresponde una comisión y a quién otra. ¡El pacto punto fijista eliminó la representatividad y se robó el alma de la emoción electoral! En pocas palabras ¡Nos mataron la democracia!
Quizás el ¡Por Ahora! constituyó en su momento el pegamento necesario para agrupar tantos gritos desoídos, tanta hambre junta, tanta sangre derramada, tantas lágrimas sentidas, tantas madres desgarradas, tanta democracia fallida. En fin tanta patria desgraciada.