martes, 23 de junio de 2015

PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO EXALTACIÓN A LA INMARCESIBLE GLORIA




PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO

EXALTACIÓN A LA INMARCESIBLE GLORIA



Escrito por:

Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar

Cuando en cualquier empresa siente el hombre esa fuerza extraordinaria que se llama “Fé”, debe siempre seguir su impulso recordando que un oráculo sagrado nos ha dicho que ella hace prodigios y milagros.

General en Jefe José Antonio Páez.

Es sumamente necesario en estos días de recuerdo y de enaltecimiento patrio, mirar hacia el pasado y comprender cuánto ha costado el poder exclamar con autoridad innegable: tenemos patria, independencia y libertad. Nos vanagloriamos de esa victoria alcanzada “sí”, pero muchas veces olvidamos, en el transcurrir de los hechos, quienes se sacrificaron por cada uno de nosotros.

LA CAUSA DEL DILEMA DEL OLVIDO

            Puede venir de diferentes vías e incluso contra vías, pero si precisamos el fenómeno convertido en problema, entonces este dilema es más humano que circunstancial, lo que traería como consecuencia una innegable verdad. El enfoque historiográfico es el causante del dilema del olvido.

Pedro Camejo, hombre digno, humilde casi desconocedor de las letras, sin obras escritas o poemas fecundos de alegría e imaginación, nacido bajo el signo estremecedor de la oprobiosa esclavitud. Obligado a ser productivo sin poder negarse, aún queriendo hacerlo. Solo le acompañaba la fuerza de su físico y su inteligencia, gracias a éstas aprovechó cada oportunidad y  circunstancia para capitalizarlas en una ventaja que le iría desmarcando paulatinamente del montón, del lumpen, otorgándole la virtud soñada de su estirpe, de su raza, de su origen, en tiempos que la manumisión y la servidumbre por años solo la otorgaría.

Pedro luchó por su libertad, no la otorgada al hombre blanco, culto y sin curtir su piel bajo el sol del llano apureño, “no”, él quería su plena identidad originaria, quizá su cosmovisión estaba más alejada del promedio de su generación, esto lo convierte en un hombre fuera de los parámetros conservadores, esperados de la africanidad esclavizada en esta tierra de gracia. Fue un hombre de temer por los hombres, pero también temeroso de Dios, lo cual le califica psicológicamente como un ser emocionalmente equilibrado, a pesar de haber experimentado en sus primeros años de existencia, el látigo cruel del desprecio a su clase.

Fue un guerrero tan completo, que el taita Páez le tenía siempre cerca y gracias a sus memorias legadas a la posteridad,  conocemos a Pedro el hombre de campo, Pedro el campesino, Pedro el llanero, Pedro el conversador, Pedro el lancero. En fin. Pedro el venezolano. Páez se refiere a Pedro Camejo:

“Admitirle en mis filas y siempre a mi lado para mí, fue una preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dieron en todos los reñidos encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el título del Negro Primero”[1].

Los héroes debían ser blancos, uno negro no era bien visto por los historiadores, sin embargo en este caso de estudio en particular,  fue muy dificil ignorar al Negro Primero, porque su presencia permanente en las grandes cargas de la caballería llanera era imposible de ocultar. Era el primero, pero no el único, habían más, tanto que en la Guardia de Honor de “El Libertador Simón Bolívar”, para esa época emancipadora y a todo lo largo del siglo XIX, XX y XXI, aún la africanidad predomina. Lo inconveniente de su presencia en la historiografía revela la oculta pero extraordinaria verdad.

PEDRO CAMEJO EL CREADOR

            No es fácil admitir tanto encono para invisibilizar a los verdaderos alfareros de Repúblicas, en eso podemos señalar a ciertos historiadores de oficio, sin pasión por la verdad escrita. El pueblo es la arcilla y sus manos labran en favor de sus delicadas obras, que de ser tratadas inadecuadamente, pueden quebrarse perdiéndose el sacrificio empeñado por generaciones para construirlas.

            Hace 194 años un pueblo estaba sumergido en una gesta emancipadora luchando en contra de sus demonios propios y extraños. Pedro Camejo expresaría:

“En fin vino el mayordomo (así se expresaban de Páez) al Apure, y nos enseñó lo que era la patria y que la diablocracia no era ninguna cosa mala, y desde entonces yo estoy sirviendo a los patriotas”.[2]

El hombre sincero se destaca por la inverosimilidad de sus parlamentos, no espera nada a cambio, solo aspira ser reconocido por su accionar y su esfuerzo. No tiene mayor cometido que vivir en paz y adecuadamente y sobre todo que se le respete. Quizás es muy probable que la añoranza de Pedro Camejo y los miles que cabalgaban junto a él, precisamente fuera que la guerra terminase pronto y  volver a sus tierras con sus familias, con las frentes en alto, orgullosos y sobre todo, libres para poder construir un futuro alejado de un pasado oprobioso y marginal, sometidos por quienes se oponían.

He allí el espíritu creador del pueblo simple y vital, en momentos cuando confluyen las fuerzas de la naturaleza y al suceder ésto, la patria empieza a parir centauros y amazonas, que va regando por la geografía para soportar la lucha emancipadora. En la misma tierra moran los tiranos, pues en la misma serán enterrados por los sometidos.

En los anales de nuestra gloriosa historia nacional, nadie ha ostentado, ni se atrevería a ostentar dos títulos sagrados consagrados en disimiles caminos y por diferentes fórmulas, pero ofrendados en agradecimiento por el mismo pueblo. El primero es: “El Libertador”, otorgado por aclamación popular al General Simón Bolívar, en Mérida durante el desarrollo de la Campaña Admirable y ratificado el 14 de octubre de 1813 en la ciudad de Caracas. El otro es el “Negro Primero” otorgado por aclamación de las tropas patriotas del Ejército Libertador.
 
La patria inmortal se fraguó en las sabanas del llano venezolano ¡jamás! ejército alguno durante la emancipación americana, volvería a tener en sus filas tan impertérritos paladines. Pedro Camejo el “Negro Primero”, Farfán, Cornelio Muñoz, Mellado, Anzoátegui, Rondón, Aramendi y muchos más que debemos reivindicar adecuadamente.

Debemos tener siempre presente, que el Reino de España, envió lo mejor de sus tropas y su más extraordinario General vencedor del ejército expedicionario de Napoleón Bonaparte en la Iberia, a someter a los venezolanos ¿por qué?

Simplemente, sabían que de no extinguir a los patriotas revolucionarios, iban a terminar de incendiar las colonias con la tea de la libertad, como se incendia la sabana en lo más duro de la sequía. Hay que considerar la fuerza moral y el sacrificio del pueblo, como una expresión humana que bien direccionada y con decisión, logrará demoler los paradigmas asociados con la inacción y la mediocridad. Páez nos dejó escrito lo siguiente:

“Los apureños mostraron siempre en batalla, toda la entrega del cosaco, la intrepidez del árabe del desierto y el desprendimiento del guerrero espartano”.[3]

Para enfrentar un ejército pacificador de la magnitud con que los patriotas luchaban, necesariamente tenían que oponerle fuerzas bien dirigidas y extraordinariamente disciplinadas o perecerían en el intento. El General Pablo Morillo escribiría tiempo después:

“Catorce cargas de caballería consecutivas sobre mis cansados batallones me hicieron ver que no eran una gavilla de cobardes poco numerosas como me habían informado”.[4]

PARALELISMO EXTRAORDINARIO

 El Negro Primero y Hugo Chávez representan la revolución de las masas. Se identifican con el imaginario de las mayorías mestizas venezolanas. Ese incómodo pardaje (los pardos) mayoritario dirían algunos detractores de la nobleza de la causa social revolucionaria, la misma que en el pasado como en el presente, nos marcaron bajo el liderazgo de un zambo amulatado, de pelo crespo, disposicionero, conversador y genial en su cosmovisión social, así como Pedro Camejo hizo a miles, hizo Hugo Chávez a millones de venezolanos.

“Voy a utilizar una palabra que usaba mucho mi abuela para calificarme a mí de no sé “disposicionero”, este muchacho si es disposicionero decía ella. Disposicionero, inventores pues, creadores”.[5] .

Esta es la herencia y legado del Ejército de Apure, del Ejército Libertador, unidos conformarían la fuerza militar más extraordinaria e invencible alimentada de la sangre realista de un cuerpo expedicionario enviado a pacificarnos.

 ¡Si los apureños pacificamos a estos pendejos!

Desde 1816 hasta 1821. Mata de la Miel, El Yagual, Mucuritas, Queseras del Medio y Carabobo, fueron las demostraciones más claras de esta verdad militar.

Pedro Camejo, tus restos sagrados han partido de San Juan de Payara para ingresar al altar de los héroes de la patria inmortal. El Panteón Nacional abre sus alamedas para recibir la africanidad representada en el impertérrito y único “NEGRO PRIMERO”.


[1] Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág. 111.
[2]Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág. 112.
[3]Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág. 72.
[4] Extracto del informe a las Cortes Españolas sobre la batalla de Mucuritas, 27 y 28 de enero de 1817.
[5] Chávez, Hugo. Frases y pensamientos “El Legado”. Cuarta edición, 2014, pág. 506.

2 comentarios:

  1. Excelente historia, soy admirador y tengo fe en su valentía, la historia nunca te olvidara

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  2. Muchas gracias por tu valioso comentario, espero que siga disfrutando de este blog.

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