PEDRO CAMEJO, EL NEGRO PRIMERO
EXALTACIÓN A LA INMARCESIBLE GLORIA
Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo
Pereira
Especialista en Historia Militar
Cuando en cualquier empresa siente el
hombre esa fuerza extraordinaria que se llama “Fé”, debe siempre seguir su
impulso recordando que un oráculo sagrado nos ha dicho que ella hace prodigios
y milagros.
General en Jefe José Antonio Páez.
Es sumamente necesario en
estos días de recuerdo y de enaltecimiento patrio, mirar hacia el pasado y
comprender cuánto ha costado el poder exclamar con autoridad innegable:
tenemos patria, independencia y libertad. Nos vanagloriamos de esa victoria
alcanzada “sí”, pero muchas veces olvidamos, en el transcurrir de los hechos,
quienes se sacrificaron por cada uno de nosotros.
LA CAUSA DEL DILEMA DEL OLVIDO
Puede
venir de diferentes vías e incluso contra vías, pero si precisamos el fenómeno
convertido en problema, entonces este dilema es más humano que circunstancial,
lo que traería como consecuencia una innegable verdad. El enfoque
historiográfico es el causante del dilema del olvido.
Pedro Camejo, hombre
digno, humilde casi desconocedor de las letras, sin obras escritas o poemas
fecundos de alegría e imaginación, nacido bajo el signo estremecedor de la
oprobiosa esclavitud. Obligado a ser productivo sin poder negarse, aún
queriendo hacerlo. Solo le acompañaba la fuerza de su físico y su inteligencia, gracias a éstas aprovechó cada oportunidad y circunstancia para
capitalizarlas en una ventaja que le iría desmarcando paulatinamente del
montón, del lumpen, otorgándole la virtud soñada de su estirpe, de su raza, de
su origen, en tiempos que la manumisión y la servidumbre por años solo la
otorgaría.
Pedro luchó por su
libertad, no la otorgada al hombre blanco, culto y sin curtir su piel bajo
el sol del llano apureño, “no”, él quería su plena identidad originaria, quizá
su cosmovisión estaba más alejada del promedio de su generación, esto lo
convierte en un hombre fuera de los parámetros conservadores, esperados de
la africanidad esclavizada en esta tierra de gracia. Fue un hombre de temer por
los hombres, pero también temeroso de Dios, lo cual le califica psicológicamente
como un ser emocionalmente equilibrado, a pesar de haber experimentado en sus
primeros años de existencia, el látigo cruel del desprecio a su clase.
Fue un guerrero tan
completo, que el taita Páez le tenía siempre cerca y gracias a sus memorias
legadas a la posteridad, conocemos a Pedro el hombre de campo, Pedro
el campesino, Pedro el llanero, Pedro el conversador, Pedro el lancero. En fin.
Pedro el venezolano. Páez se refiere a Pedro Camejo:
“Admitirle en mis filas y siempre a mi lado para mí, fue una
preciosa adquisición. Tales pruebas de valor dieron en todos los reñidos
encuentros que tuvimos con el enemigo, que sus mismos compañeros le dieron el
título del Negro Primero”[1].
Los héroes debían ser
blancos, uno negro no era bien visto por los historiadores, sin embargo en este
caso de estudio en particular, fue muy dificil ignorar al Negro Primero,
porque su presencia permanente en las grandes cargas de la caballería llanera
era imposible de ocultar. Era el primero, pero no el único, habían más,
tanto que en la Guardia de Honor de “El Libertador Simón Bolívar”, para esa época
emancipadora y a todo lo largo del siglo XIX, XX y XXI, aún la africanidad predomina. Lo inconveniente de su presencia en la historiografía revela
la oculta pero extraordinaria verdad.
PEDRO CAMEJO EL CREADOR
No
es fácil admitir tanto encono para invisibilizar a los verdaderos alfareros de
Repúblicas, en eso podemos señalar a ciertos historiadores de oficio, sin
pasión por la verdad escrita. El pueblo es la arcilla y sus manos labran en
favor de sus delicadas obras, que de ser tratadas inadecuadamente,
pueden quebrarse perdiéndose el sacrificio empeñado por generaciones para
construirlas.
Hace
194 años un pueblo estaba sumergido en una gesta emancipadora luchando en
contra de sus demonios propios y extraños. Pedro Camejo expresaría:
“En fin vino el mayordomo (así se expresaban de Páez) al
Apure, y nos enseñó lo que era la patria y que la diablocracia no era ninguna
cosa mala, y desde entonces yo estoy sirviendo a los patriotas”.[2]
El hombre sincero se
destaca por la inverosimilidad de sus parlamentos, no espera nada a cambio,
solo aspira ser reconocido por su accionar y su esfuerzo. No tiene mayor cometido
que vivir en paz y adecuadamente y sobre todo que se le respete. Quizás es muy
probable que la añoranza de Pedro Camejo y los miles que cabalgaban junto a él,
precisamente fuera que la guerra terminase pronto y volver a sus tierras con sus familias, con las
frentes en alto, orgullosos y sobre todo, libres para poder construir un futuro
alejado de un pasado oprobioso y marginal, sometidos por quienes se
oponían.
He allí el espíritu
creador del pueblo simple y vital, en momentos cuando confluyen las fuerzas de
la naturaleza y al suceder ésto, la patria empieza a parir centauros y amazonas,
que va regando por la geografía para soportar la lucha emancipadora. En la
misma tierra moran los tiranos, pues en la misma serán enterrados por los
sometidos.
En los anales de nuestra
gloriosa historia nacional, nadie ha ostentado, ni se atrevería a ostentar dos
títulos sagrados consagrados en disimiles caminos y por diferentes fórmulas,
pero ofrendados en agradecimiento por el mismo pueblo. El primero es: “El
Libertador”, otorgado por aclamación popular al General Simón Bolívar, en
Mérida durante el desarrollo de la Campaña Admirable y ratificado el 14 de
octubre de 1813 en la ciudad de Caracas. El otro es el “Negro Primero” otorgado
por aclamación de las tropas patriotas del Ejército Libertador.
La patria inmortal se
fraguó en las sabanas del llano venezolano ¡jamás! ejército alguno durante la
emancipación americana, volvería a tener en sus filas tan impertérritos
paladines. Pedro Camejo el “Negro Primero”, Farfán, Cornelio Muñoz, Mellado,
Anzoátegui, Rondón, Aramendi y muchos más que debemos reivindicar
adecuadamente.
Debemos tener siempre
presente, que el Reino de España, envió lo mejor de sus tropas y su más
extraordinario General vencedor del ejército expedicionario de Napoleón
Bonaparte en la Iberia, a someter a los venezolanos ¿por qué?
Simplemente, sabían
que de no extinguir a los patriotas revolucionarios, iban a terminar de
incendiar las colonias con la tea de la libertad, como se incendia la sabana en
lo más duro de la sequía. Hay que considerar la fuerza moral y el sacrificio del
pueblo, como una expresión humana que bien direccionada y con decisión, logrará
demoler los paradigmas asociados con la inacción y la mediocridad. Páez nos
dejó escrito lo siguiente:
“Los apureños mostraron siempre en batalla, toda la entrega
del cosaco, la intrepidez del árabe del desierto y el desprendimiento del
guerrero espartano”.[3]
Para enfrentar un
ejército pacificador de la magnitud con que los patriotas luchaban, necesariamente tenían que oponerle fuerzas bien dirigidas y extraordinariamente
disciplinadas o perecerían en el intento. El General Pablo Morillo
escribiría tiempo después:
“Catorce cargas de caballería consecutivas sobre mis cansados
batallones me hicieron ver que no eran una gavilla de cobardes poco numerosas
como me habían informado”.[4]
PARALELISMO EXTRAORDINARIO
El Negro Primero y Hugo Chávez representan la
revolución de las masas. Se identifican con el imaginario de las mayorías
mestizas venezolanas. Ese incómodo pardaje (los pardos) mayoritario dirían
algunos detractores de la nobleza de la causa social revolucionaria, la misma
que en el pasado como en el presente, nos marcaron bajo el liderazgo de un
zambo amulatado, de pelo crespo, disposicionero, conversador y genial en su
cosmovisión social, así como Pedro Camejo hizo a miles, hizo Hugo Chávez a
millones de venezolanos.
“Voy a utilizar una palabra que usaba mucho mi abuela para
calificarme a mí de no sé “disposicionero”, este muchacho si es disposicionero
decía ella. Disposicionero, inventores pues, creadores”.[5]
.
Esta es la herencia y
legado del Ejército de Apure, del Ejército Libertador, unidos conformarían la
fuerza militar más extraordinaria e invencible alimentada de la sangre
realista de un cuerpo expedicionario enviado a pacificarnos.
¡Si los apureños pacificamos a estos pendejos!
Desde 1816 hasta 1821.
Mata de la Miel, El Yagual, Mucuritas, Queseras del Medio y Carabobo, fueron
las demostraciones más claras de esta verdad militar.
Pedro Camejo, tus restos
sagrados han partido de San Juan de Payara para ingresar al altar de los héroes
de la patria inmortal. El Panteón Nacional abre sus alamedas para recibir la
africanidad representada en el impertérrito y único “NEGRO PRIMERO”.
[1] Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág.
111.
[2]Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág.
112.
[3]Páez, José. Las razones del héroe. Monte Ávila Editores, 1990, pág.
72.
[4] Extracto del informe a las Cortes Españolas sobre la batalla de
Mucuritas, 27 y 28 de enero de 1817.
[5] Chávez, Hugo. Frases y pensamientos “El Legado”. Cuarta edición,
2014, pág. 506.
Excelente historia, soy admirador y tengo fe en su valentía, la historia nunca te olvidara
ResponderBorrarMuchas gracias por tu valioso comentario, espero que siga disfrutando de este blog.
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