Análisis crítico de los
sucesos
del 5 de julio de 1811
Escrito por: Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia
Militar
Era necesario tomar una acción
inmediata para evitar que Venezuela en particular se subordinara a las
autoridades enviadas desde el reino español, con la certeza, que estas representaban
los intereses más oscuros de otra potencia colonial, en espera de obtener
beneficios económicos a merced de la provincia. Sin duda que los lideres
venezolanos en la impronta de defender sus intereses ganados por su relación
comercial con las autoridades españolas depuestas por Francia, generaron un
sentimiento contrario a lo esperado ¿Por que no independizarse?
Primariamente hacerlo de forma
paulatina buscando la aceptación de las cortes del rey español, y en el
imaginario colectivo del mantuanaje, obtener lo mejor de los dos mundos, ser
colonia y a su vez económicamente gozar de cierta autonomía generadas por un
espejismo de lealtad a la corona, que más tarde sería recompensada con un
status superior en lo que al comercio de ultramar generaría. En fin estaban
jugando definitivamente con fuego griego, cualquiera de los escenarios terminaría
muy mal, como ciertamente el año de 1812, lo demostraría.
El arribo a las costas
venezolanas del Generalísimo Francisco de Miranda y del Coronel de Milicias
Simón Bolívar, cambiaría definitivamente el curso de los acontecimientos que se
estaban conduciendo con indecisiones e imprecisiones por parte de la Junta
Preservadora de los Derechos del Rey Fernando VII. Hay que recordar que este
reyezuelo se encontraba igual que su padre Carlos IV, depuestos y confinados en
un castillo francés en Bayona, por decirlo correctamente, presos y cautivos del
Emperador Napoleón Bonaparte.
Sin embargo la moral del pueblo
español condujo a sus habitantes a enfrentar la ocupación francesa con una
guerra de guerrillas, desatando para las tropas invasoras un infierno
representado magistralmente para la posteridad, en grabados y pinturas por
parte de Francisco Goya, testigo presencial de los macabros acontecimientos.
Esta reacción más tarde, traería un corolario triste y ensangrentado de la
lucha por la independencia suramericana, alargando la tragedia social que en
principio, acabaría con gran parte de la población venezolana.
Analizando este escenario, las
lealtades se ponen a prueba, y a partir de julio de 1810, los criollos leales a
ultranza de la corona española apoyados completamente por el clero y gran parte
de la población general, logran alzar en armas a la Provincia de Coro y para
someterlos envían al Márquez del Toro a sofocar la rebelión realista, sin
embargo este intento patriota fracasa. Es allí cuando se impone la figura
militar del Generalísimo, que de inmediato parte en enero de 1811 a terminar la
maltrecha operación militar. A duras penas y con grandes esfuerzos, pudo
contener. Militarmente mostró la precariedad en donde se sustentaba el
incipiente movimiento independentista, que luego le llevaría a la debacle
absoluta.
Precisando el futuro por venir,
el 2 de marzo de 1811. Miranda ejerciendo presiones en todos los cabildantes de
la junta, logra concretar y declarar en sesión permanente el primer congreso,
derogando la figura de la junta preservadora, para iniciar las sesiones que a
la postre llevarían a declarar la independencia definitiva a través de la firma
del Acta de Independencia en contra de España, hecho acontecido en la tarde
caraqueña, del 5 de julio de 1811, considerado por muchos de los congresantes,
un documento de alta traición.
El coronel Bolívar en horas de la
madrugada del 4 de julio de 1811 ante la Sociedad Patriótica, (fundada
por Francisco de Miranda, con el objetivo de mantener la discusión por la
independencia absoluta de España, y presionar con los jóvenes líderes de los
movimientos emancipatorios allí congregados, a los congresantes muchos de
ellos, con intereses pro-españoles), expresaría lo siguiente:
“…No es que
hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen más la necesidad
de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos a
la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, para dormir en
los brazos de la apatía, ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute
en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? que
debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados
contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de la
política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos
o que los conserve, si estamos resultados a ser libres? Esas dudas son tristes
efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse
con calma! Trescientos años de calma ¿no basta? La Junta Patriótica respeta,
como debe, al Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta
Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos
sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es
perdernos. Que una comisión del seno de este cuerpo lleve al soberano Congreso
estos sentimientos…”
Sin embargo este grave impulso
tomo por sorpresa a los convocados para la sesión del 5 de julio, y ante el
congreso El Generalísimo con un arrollador discurso manifestó: “…Insisto
sobre la necesidad de ser independientes, de correr los riesgos y gozar de las
ventajas de la decisión. Este debate, el más sabio e importante que quizás la
América española haya presenciado, debe terminar con la declaración inmediata
de la independencia…” Logrando imponer
su autoridad. Miranda convence a todos los miembros del congreso, menos el
Padre Maya, realista recalcitrante, para que a la postre, firmaran el acta. Este
presbítero trato de abofetear al Generalísimo durante el proceso de
discusiones.
De inmediato se enardecieron las
barras exaltadas que fueron arengadas durante meses por las palabras encendidas
de nacionalismo y llenas de libertad sobrecogedora por parte de Bolívar, Ribas,
Montilla, Palacios, entre otros jóvenes radicales, miembros de la Sociedad
Patriótica quienes acompañando a las masas, se encontraban mezclados entre la
multitud, ejerciendo presión al populacho fuera del recinto donde los
congresantes definían la suerte del movimiento libertario, trayendo como
consecuencia la declaratoria de independencia absoluta de la Provincia de
Venezuela.
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