sábado, 10 de julio de 2021

Los grandes cañones



Artículo escrito por:

Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira 

M. Sc. en Historia Militar 

IAESEN, julio 2021

 

Hablemos de cañones

Desde tiempos inmemoriales, los grandes capitanes siempre han estado en la búsqueda de obtener las mejores condiciones para combatir a sus oponentes en el teatro de la guerra.

Para ello, traeré a la vida a Napoleón Bonaparte como el más importante reformador de las viejas tácticas y estrategias militares, no solo por su ingenio planificador sino por como lograba materializar sus planteamientos operacionales.

A finales del siglo XVIII, las monarquías europeas poseían inmensos cuerpos de ejércitos, disciplinados, muy bien apertrechados y conducidos; sin embargo, eran demasiado pesados para maniobrar, herencia mantenida por siglos de tradiciones heredadas desde las épocas legionarias romanas.

Cuando los ejércitos europeos se volcaron contra Francia para acabar definitivamente con la República revolucionaria y, restaurar el orden monárquico derrocado en 1789, surge la figura del gran corso para defender a París. Napoleón logra materializar su visión de  la maniobra altamente móvil, fijando el fuego artillero en puntos de concentración específicos que ofrecía el enemigo en su despliegue en el campo de batalla y allí causarle el máximo daño y desorganización para inmediatamente contratacar.

Esto traería como consecuencia, que grandes agrupamientos de soldados simplemente colapsaban y sus comandantes no lograban desarrollar su planteamiento táctico, sólo les quedaba retirarse, era en ese momento crucial cuando el hecho estaba por suceder, que Napoleón ya había ordenado adelantar las piezas de artillería y los volvía a cañonear, provocando una espantosa carnicería y una indisciplinada retirada.

Los estrategas enemigos simplemente quedaban desconcertados, incapaces de visualizar por lo adelantado para su época que estaba ese menudo hombre francés.

Napoleón fue amante del empleo de la artillería y fue él quien logró darle respuesta a los grandes problemas logísticos y de movilidad representado por estas poderosas armas.

Los grandes ejércitos derrotados y en franca retirada por lo general, abandonaban en el campo sus piezas de artillería, ya que les retrasaría su movimiento hacia la retaguardia y ponía en peligro a las tropas encargadas de su transporte, de ser alcanzadas y capturadas por lo lento de su desplazamiento. Sin duda alguna era el premio mayor que recibía el vencedor, si los vencidos volvían a encontrarse en batalla, guardaban la esperanza de recuperarlas.

Pero en realidad lo más valioso que tenía el comandante en su unidad eran sus artilleros, su razón. Lo difícil que era entrenarlos para que fueran precisos a la hora de apuntar las piezas de artillería con efectividad.

Clavar los cañones

Era una práctica muy común cuando el enemigo temía perder su parque; no obstante, era preferible no hacerlo, en función de lo planteado en el párrafo anterior, de hecho, podía ser causal de una corte marcial y posterior ejecución de quién obrará de esa manera.

Napoleón entendió luego del Sitio de París, que las maniobras de asedio ya constituían tácticas del pasado. La maniobra ofensiva constante y continuada, el empleo de una nueva caballería, “Coraceros” y diseñar un nuevo concepto de arma y logística artillera, marcarían la diferencia entre sus oponentes al enfrentar a la "GRAN ARMEE".

Los ejércitos europeos prontamente recibirán en carne propia, la metralla francesa de su revolución militar.

Una preparación de fuego de artillería francesa en plena maniobra, significaba para el enemigo, recibir una andanada de dos mil bocas de fuego de precisión como mínimo, algo absolutamente inédito para la época. 

Era en definitiva el triunfo de la ilustración y el renacimiento de nuevos conceptos en el arte de la guerra.

Carl Von Clausewits lo dejaría muy bien planteado e ilustrado en su recopilación años después.

En fin, la artillería francesa fue sin lugar a dudas la fracturadora del "ENDURECIMIENTO PARADIGMÁTICO DOCTRINAL MILITAR".

Colofón 

El Coronel Diego Jalón, Oficial de Infantería presente en la "Batalla de La Puerta" en 1814, fue el último oficial patriota en rendirse. Se mantuvo hasta el final del combate apuntando y disparando sus piezas de artillería emplazadas, hasta que inevitablemente se quedó sin parque.

Boves al enterarse de quién se trataba, fue hasta el emplazamiento patriota rendido y trató de humillar al Coronel Diego Jalón. Estos dos hombres tenían pendiente entre sí un encono mortal. Boves cobraría su revancha, al decapitar con sus propias manos al oficial patriota sobre la cureña de un cañón.

Bautizando Diego Jalón con su sangre inmortal, la gloriosa Arma de Artillería venezolana.