miércoles, 15 de enero de 2014

ENSAYO SOBRE CLAUSEWITZ


Dibujo realizado por mi padre en 1982, tomado de una imagen del Barón Carl Von Clausewitz. Técnica utilizada para su elaboración: papel bond, uso de diferentes tipos de plumillas con una base en tinta china.



   
CLAUSEWITZ AÚN VIVE EN LA ESTRATEGIA MODERNA

 
Articulo publicado en la edición numero 41 de la Revista Ámbito Cívico Militar de 2014
 
Elaborado por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar.
               Este artículo de corte ensayístico, persigue analizar en profundidad un aspecto crucial de la planificación de las operaciones militares, estudiada con severidad en todas las escuelas de estado mayor de las fuerzas militares profesionales alrededor del mundo, formando parte de la preparación de los oficiales superiores para comandar unidades de combate. “La ofensiva” [1] herencia histórica de las grandes campañas militares, en este caso de estudio en particular, de los teatros de la guerra europeos de finales del siglo XVIII, el siglo XIX y todo el siglo XX.
               La Europa que le correspondió vivir a Clausewitz, ya era un constante teatro de operaciones tanto navales como terrestres. El estallido de la Revolución Francesa, la caída en desgracia del Rey Luis XVI  y sus herederos y el surgimiento inesperado de Napoleón, convertido en el árbitro del destino de los poderes monárquicos, convirtió al arte de la guerra, en el vehículo que materializaría la motivación para hacerse dueños del poder. ¿Quién lograra descifrar primero como emplearla de manera innovadora, obtendría la ventaja definitiva sobre sus adversarios?
               En este caso de estudio el prestigioso tratado “De la guerra” [2] , compila las experiencias adquiridas durante el desarrollo de la conflagración que sumió por décadas al continente en una continua seguidilla de enfrentamientos entre naciones, para proporcionarnos en la actualidad, una fuente de planteamientos estratégicos estudiados con mucho detenimiento por planificadores civiles y militares, persiguiendo precisamente observar las reflexiones y adecuar los procesos de planificación que conlleven a poner en práctica, las mejores estrategias para materializar los objetivos a consolidar en sus áreas de influencia política, económica, social y en especial consideración, en el área militar.
               No se pretende con este ensayo llegar a conclusiones determinantes, ni hacer comparaciones odiosas de sus teorías, conceptos y opiniones sino más bien, limitándonos a enfocar un aspecto muy bien tratado por él, la ofensiva. Clausewitz nació el 1ero. de junio de 1780 en Burg, cerca de Magdeburgo (Alemania); sirvió en el Ejército Prusiano y en el Ejército Ruso. Participó en todas las campañas contra Napoleón Bonaparte, por lo tanto eran contemporáneos, ambos estudiosos del arte de la guerra.
…“El siglo XIX se desenvuelve brotando de profundas oposiciones y desarrollándose en oposiciones siempre renovadas”…[3]
               Clausewitz protagonizó quizás sin saberlo, las transformaciones de un mundo por los efectos de la restauración donde el neohumanismo y el romanticismo, impusieron una concepción diferente de Estado, de política y de cultura, ganándole terreno a la forma tradicional de vivir que hasta ese entonces, había desarrollado el conglomerado humano europeo y sus conductores representados en las monarquías y las diferentes concepciones dogmáticas religiosas desprendidas del catolicismo romano.
               Desde 1808 hasta 1870, se desarrolla en Europa un nacionalismo justificador de integridad, a consecuencia de las continuas conflagraciones divisorias de sus territorios, trayendo como efecto residual: usurpación de soberanías, violaciones de las líneas de demarcación fronterizas, desapariciones y apariciones de casas monárquicas y de Estados, todo fraguado bajo la inmensa presión de alianzas estratégicas que perseguían garantizar la supervivencia del más fuerte y mantener la influencia sobre territorios conquistados por los poderosos. Altos impuestos debilitaban a las naciones sojuzgadas, amén de proporcionar multitudinarios contingentes a engrosar las filas de los ejércitos. Este escenario de inestabilidad política y militar prevaleció hasta la caída del Muro de Berlín en 1989, decretándose “El Fin de la Historia”. [4]
 …“Por miedo al vecino, quería cada nación alcanzar las fronteras más favorables y la esperanza de una hegemonía en Europa, añadía en Francia y luego en el Imperio Alemán moderno, pretensiones también de pura conciencia popular”…[5]
               Como muchos de sus contemporáneos, Clausewitz estaba empeñado en redescubrir el verdadero valor político de la guerra, asociado inseparablemente con un ferviente patriotismo prusiano y un interés idealista en la reforma del Estado, como institución esencial para el desarrollo del talento individual, basándose en la promoción del bienestar público, proporcionando para ello educación y trabajo. El Estado comienza a interesarse por la realidad social y la ciencia reclamaba su libertad, sin el cuestionamiento de la recalcitrante y oscurantista iglesia católica. ¡Definitivamente el mundo estaba cambiando!
               Para comprender el estudio de la ofensiva, Clausewitz en su tercer libro “De la estrategia en general” considera el encuentro como el medio o los medios por los cuales el comandante toma decisiones para alcanzar un objetivo, considerando este hecho como la base de la estrategia, mencionando los …“elementos morales, físicos, matemáticos, geográficos y estadísticos”…[6]
               Cuando la nación interviene en una guerra total, las estrategias deben enfocarse hacia otras consideraciones que abarquen a su vez, nuevos aspectos de la planificación.
…“Así Clausewitz nos introduce en la problemática del encuentro, objeto de la estrategia y de la táctica”…[7]
               Napoleón da un vuelco a la dirección de la guerra, movilizando grandes contingentes con su carisma arrollador junto a un mando y conducción impecables, con grandes recursos de apoyo, fundamentando todo con el empleo de armas combinadas, destacando en primer orden el uso de masivas agrupaciones de artillería, demostrando el poder devastador y desarticulante ejercido por la preparación de fuegos sobre las líneas enemigas. ¡Las fuerzas militares que se le oponían, tardaron en entender esto aproximadamente 10 años! Para los entendidos en la táctica general y de acuerdo con los preceptos doctrinales, el ataque y la defensa se estudian por separado, pero se aplican estos lineamientos por igual, sin embargo, Clausewitz subdivide el encuentro en dos tipos: encuentro ofensivo y encuentro defensivo, pero con resultados distintos. El endurecimiento doctrinal es la peor causa de la derrota, ¡Precaución!, ¿Representará un arma de doble filo?
               Clausewitz afirma en el libro cuarto: “El encuentro es la única actividad realmente bélica y todo lo demás está supeditado a ella”[8]. Contemporáneamente los estudiosos de la guerra establecen como premisa: no hay mejor defensa que el ataque, pero no se debe descartar la defensa, como un paso previo para lanzar una ofensiva.
               Obtener la victoria en el teatro de la guerra necesariamente implica buscar la batalla, ir a la ofensiva, atacar, plantear la estrategia y desarrollar la situación táctica que permitirá controlar y consolidar los objetivos observados durante el desarrollo de la campaña militar, definiéndolo Clausewitz como la guerra total. A lo largo de su narrativa nos ayuda a comprender que: ¡Para lograr la victoria definitiva, precisamente la batalla es el instrumento para alcanzarla y la ofensiva es el vehículo necesario para obtenerla! Posteriormente, esta victoria o conjunto de victorias pueden ser empleadas como elementos de valor estratégico garantizando el logro del objetivo político y su consecuente valor militar. La misión consistiría finalmente en: ¡Debilitar al enemigo en un eventual proceso de negociación imponiéndose la voluntad del vencedor como ulterior consecuencia!
               Ejemplo histórico de esta verdad estratégica lo constituyó la campaña militar denominada “Admirable” conducida en territorio venezolano en 1813 por el Libertador Simón Bolívar, conocedor en profundidad de la ofensiva napoleónica, la puso en práctica en una serie de operaciones tácticas ofensivas, tomando por sorpresa y barriendo literalmente a los batallones enemigos en 3 meses, tanto así que, hasta por decreto fechado el 15 de junio de 1813, instauró “La Guerra a Muerte” [9], decisión política que causó en las fuerzas enemigas un efecto devastador empleando el concepto de guerra total, posteriormente trabajado magistralmente por Carl Von Clausewitz.
 


[1] Según RAE: Que ataca o sirve para atacar. Movimiento, sistema ofensivo. Perteneciente o relativa al ataque. Promedio ofensivo. Situación o estado de quien trata de ofender o atacar. Ataque, agresión, especialmente la realizada por una fuerza militar. Prepararse para acometer al enemigo, y acometerle de hecho.
[2] PDF]Libro dot De la guerra Karl von Clausewitz - La Haine.
[3] Valleta, F. Guía de Lectura de Filosofía de la Guerra. Caracas, octubre, 1980. Academia Militar de Venezuela. Compendio del Arte de la Guerra, por el Barón Jomini, pág. 2.
[4] El fin de la Historia y el último hombre (The End of History and the Last Man) es un libro de Francis Fukuyama de 1992. Fukuyama expone una polémica tesis: la Historia, como lucha de ideologías, ha terminado, con un mundo final basado en una democracia liberal que se ha impuesto tras el fin de la Guerra Fría.
[5] Valleta, F. Op.cit, pág. 3, 4
[6] Valleta, ibídem, ibídem, pág. 45
[7]  Valleta, ibídem, ibídem, pág. 45
[8]   Valleta, ibídem, ibídem, pág. 46
[9]  Extracto del decreto: “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables”. Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813.

  

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