Bolívar y su signo
Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar
Simón Bolívar fue un ser humano
simple como lo habría sido cualquier súbdito de la corona española. El nació
hace 233 años, seis antes del alzamiento de los negros en Haití, como
consecuencia directa de la caída de la monarquía absolutista del Rey Luis XVI
en Francia por la misma revolución social, política y económica que arraso a
Europa a finales del siglo XVIII.
Sin embargo los vientos de cambios soplaban
con intensidad ciclónica, intensificándose conforme se iban fracturando las
viles estructuras de la separación de clases bajo el signo de una oprobiosa
esclavitud.
Ese era el entorno paradigmático
que prevalecía en la Capitanía General de Venezuela a partir del 24 de julio de
1783, fecha registrada en los archivos
de la Arquidiócesis de Caracas como nacimiento del futuro hombre de la historia
emancipadora de la América Meridional.
Siempre he insistido que los
hombres y mujeres de la historia, están signados por circunstancias
particulares y colectivas que modelan sus existencias, en el caso de Simón
José, no tenía por qué ser diferente. Colocando esta idea en perspectiva, fue
hijo varón único, heredero de una vasta fortuna y un abolengo familiar que suma
para la fecha de su natalicio solamente en tierras americanas, trescientos años
de presencia como pisatarios agricultores provenientes de tierras vascas al
norte de la península ibérica.
Simón expresaría en la noche del
tres para amanecer del cuatro de julio de 1811 en la Sociedad Patriótica lo
siguiente: después de acaloradas discusiones bizantinas que no lograban llegar
al acuerdo del compromiso máximo por la independencia, cuando conminó a todos
en la reunión y les dijo. “Es que acaso 300 años de calma no bastan, vacilar es
perder, La Sociedad Patriótica respeta las decisiones del Congreso, entonces el
Congreso debe escuchar los planteamientos de la Sociedad, la cual propone que
se declare la Independencia”.
¿Sería que Simón caería en cuenta
que su pronunciamiento exaltado, tenía que romper con los abolengos castizos y
paralizantes que habían enmohecido a la sociedad americana por tres siglos de
inacción y perversas permisividades?
Y manifiesto claramente el uso de
la palabra “paralizante”, porque cuando protegemos tradiciones arraigadas en el
tiempo, determinamos el camino de la negación absoluta de cualquier signo de
cambio, transformación, evolución y desahogo entre otras expresiones para
calificar la marginalización excluyente de las grandes mayorías a manifestarse
en contra de los poderes que en esa época pre-revolucionaria, eran asfixiantes.
Motivación más que suficiente para que estallará en 1789 la Revolución
Francesa. Cualquier parecido con la realidad histórica actual americana, no es
casual ni mucho menos un acontecimiento desvinculado, forma parte de un todo,
con cada una de sus partes en constante fricción sísmica.
Sin duda la historia bautizo a
Simón como el hombre de las dificultades, hombre nacido bajo el signo de la palabra
“Triunfar”.
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