Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
MSc. en Historia Militar.
IAEDEN, diciembre, 2018
La
Batalla de Ayacucho, no solo fue un combate más, significó sin
lugar a dudas, la confluencia absoluta e inmarcesible de las fuerzas
ideológicas y espirituales del sentimiento más puro y simple del
amor y la entrega pasional que los Grandes Americanos de esta Tierra
de Gracia, hemos heredado por la libertad y fraternidad de los
pueblos. El General Sucre a viva voz frente a sus tropas el 9 de
diciembre de 1824 expresaría:
“¡Soldados!,
de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro
día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia.
¡Viva
el Libertador! ¡Viva Bolívar, Salvador del Perú!”.
La
maniobra táctica desplegada por Sucre y
su Estado Mayor en la Pampa de Quinua, demostró el entrenamiento y
poder de fuego, que a lo largo de la Campaña del Sur, había
diseñado estratégicamente Bolívar para que la condujera Sucre. el
Virrey La Serna y el General Canterac, ¡Jamás! pudieron comprender
la velocidad, contundencia y decisión irresoluta, cómo las
divisiones patriotas del Ejército Libertador multinacional,
enfrentaban a las unidades realistas.
A la una de la tarde, la Batalla de Ayacucho había terminado con el rotundo triunfo de los patriotas. El telón colonial había caído para siempre, convirtiendo este escenario inmortal, en uno de los momentos estelares de la humanidad.
A la una de la tarde, la Batalla de Ayacucho había terminado con el rotundo triunfo de los patriotas. El telón colonial había caído para siempre, convirtiendo este escenario inmortal, en uno de los momentos estelares de la humanidad.
Simón
Bolívar expresaría posteriormente
“Disposición
perfecta, ejecución divina y maniobras hábiles y prontas”.
Pero
la clemencia, la generosidad y la magnanimidad de este hombre, dejó testimonios que hoy parecen como únicos en los anales
de la historia de la humanidad. La gallardía inmensa de Sucre
fracturó el paradigma guerrero de aniquilar al vencido y en un gesto
de hidalguía sublime, ofreció una capitulación tan generosa, que
sus cláusulas parecen increíbles, no solo si se les compara con lo
que había sido hasta entonces la conducta de los vencedores, sino
con lo que ha sido ésta hasta nuestros días.
El Virrey La Serna, herido y apresado entregó su espada al general vencedor.. Sucre la rechazó diciéndole: "Honor al vencido, Gloria al vencedor. Que continué en manos del valiente.
El Virrey La Serna, herido y apresado entregó su espada al general vencedor.. Sucre la rechazó diciéndole: "Honor al vencido, Gloria al vencedor. Que continué en manos del valiente.
Cabe destacar que la República Bolivariana de Venezuela, posee el estandarte abatido del conquistador español Francisco Pizarro, el cual fue entregado por el Virrey La Serna al General Sucre como muestra y deseo de rendición absoluta, y Sucre se lo obsequio al Libertador Simón Bolívar. Convirtiendo este hecho en el más trascendental y con el mayor valor histórico posible, dada la significancia y el significado del símbolo que reflejó el premio más costoso arrebatado a una potencia extranjera por parte de su contendiente.
Actualmente el estandarte abatido de Francisco Pizarro, está celosamente custodiado por la Municipalidad de la ciudad de Caracas.
¡Viva
Bolívar!, ¡Viva Sucre!, ¡Viva el Ejército Libertador!
¡Viva
Ayacucho Inmortal!
Caracas,
9 de diciembre de 2018.
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