martes, 25 de agosto de 2020

La osadía de Santander, que le salvaría la vida

 

Escrito por:

Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira 

MSc. en Historia Militar 

IAESEN, agosto 2020

Si Bolívar hubiera fusilado a Santander ese día, la historia actual de Latinoamérica fuera otra.

"Colombia la Grande" prevaleciera y la América Meridional sería la máxima expresión geopolítica de todo el orbe.

Rafael Urdaneta fue quién dijo en los inicios de la Campaña Admirable, precisamente en La Grita el 18 de mayo de 1813:

“Si con dos hombres basta para emancipar la Patria, pronto estoy a acompañar a Usted”. 

Y vivió para honrar esa promesa.

Hilando fino

Esté hecho por el cual el Teniente Coronel Urdaneta se expresó con contundencia, fue motivado a la negativa del Brigadier neogranadino Manuel del Castillo, a negarse en plena reunión del Estado Mayor General patriota, a acompañar al General Bolívar a liberar el territorio venezolano, quien para ese momento, aún no había sido proclamado "Libertador".

Se presentó  una insubordinación por parte del Sargento Mayor, Francisco de Paula Santander y Omaña, segundo comandante del Brigadier Castillo.

Infortunadamente, Bolívar conocerá a Santander en un momento de decisiones críticas muy marcadas por las tensiones propias de ejercer el mando absoluto; es allí cuando se expresa físicamente en contra de lo que el neo granadino consideraba una locura y un exabrupto.

Bolívar al sentirse desafiado por este desconocido, estalla en cólera y expresaría con energía producto de su carácter lo siguiente:

"¡Marche usted inmediatamente. No hay alternativa, marche usted!”

"¡O usted me fusila o positivamente yo lo fusilo!".

Inmediatamente y en apoyo al mando del General Bolívar, Urdaneta expresaría su sentir con la expresión que desarrolla este tema.

Sentencia que le pesaría a Bolívar hasta el fin de sus días, "EL NO HABERLA HECHO CUMPLIR".

Bolívar justificaría esa  primera traición, por encontrarse este último, influenciado por el Brigadier Manuel del Castillo, quien le comandaba.

Bolívar definitivamente fue tan respetuoso y responsable para ejercer el mando, que siempre daba muestras de su correcta aptitud basado en el ejemplo en todo momento y en el ejercicio de la disciplina a ultranza.

Es por esta razón que Bolívar le perdonaría a Santander su osada insolencia.

Urdaneta sin embargo, jamás olvidaría la traición santanderiana y juró proteger a Bolívar de esa sombra tenebrosa hasta el fin de su existencia.

¡Nunca habrá una plaza Santander en Maracaibo ni una plaza Urdaneta en Bogotá!

Es por esta razón, que las traiciones son imperdonables y al no ser arrancadas de raíz, crecen y se multiplican cómo la hierba mala y la hiedra venenosa.

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