Artículo escrito por: Teniente Coronel Edgar
Alejandro Lugo Pereira M. Sc en Historia Militar IAESEN 20 de octubre de 2022
Podemos observar con un perfil de profundidad, como la seguridad de los
Estados nacionales está siendo amenazada en estos tiempos de imprecisiones
políticas, al violentarse sistemáticamente las reglas que se impusieron al
mundo occidental y al resto del mundo más allá de los Urales, posterior a la
Guerra de los Treinta Años y la paz de Westfalia.
Todo el entramado que a partir de 1648 se empezó a construir, ha evolucionado
hasta nuestro presente, estimulando
la creatividad del ser humano para darle forma en el discurso, (filosofías,
teorías, doctrinas, ideas) y en la praxis, (sistematizar, organizar,
viabilizar, ejecutar), permitiendo configurar el Sistema Mundo tal cual lo
conocemos, logrando formalizar nuestros comportamientos políticos, económicos
y sociales para tratar de fajar bajo las costuras de un traje hecho a la
medida a la civilización. ¡Pero! Aquí hallamos el problema
histórico y sus graves inconvenientes
La civilización humana es una sola, salvo demostración científica de la
existencia de una civilización alienígena, dotada de las mismas
características basadas en un pensamiento razonado que nos iguale o supere;
sin embargo, nuestra conocida civilización está identificada por un
caleidoscopio de sociedades integrantes. Ella en sí misma, es una gran
audiencia de blancos audiencia y cada blanco audiencia, posee su propia
cosmovisión. Cómo debemos entender el
problema de lo político y lo económico
Partiendo de un punto inicial, debemos reconocer que el Sistema Mundo esta
progresivamente colapsando, Wallerstein afirmó, “Lo que estamos viendo es la
crisis estructural del sistema”, claro refiriendo al capitalismo en su
expresión, pero: ¿Cómo describir esta crisis sin incluir todo el Sistema
Mundo en la ecuación? ¡Jamás va a dar un resultado positivo, ni por
procedimiento, ni por resultado! Lamentablemente para la gran mayoría de los
seres humanos, seremos víctimas de su acelerado final, sin tener la capacidad
de lograr establecer un punto de equilibrio y alcanzar un acuerdo antes de
caer inevitablemente. Boron lo ratifica: “La crisis del modo de producción
capitalista es inédita… Es única y sin precedente, lo que ha entrado en
crisis es la civilización que creó el capital… Una crisis civilizatoria
multidimensional”.
Sin duda alguna que las manifestaciones son de hecho incuestionables e
incontrovertibles, forman parte del ADN civilizatorio y cuando algo se hace
decadente e insostenible, deberá perecer de un solo golpe. Este caso de
estudio analizado en particular, es una palmaria demostración de lo expresado
en líneas anteriores, citamos a Montesquieu: “Hay causas generales, ya
morales, ya físicas, que obran en cada gobierno, lo elevan, lo mantienen o lo
precipitan; todos los accidentes están sometidos a estas causas; y si el azar
de una batalla, es decir, una causa particular, arruinó a un Estado, había
una causa general que hacía que este Estado debiese perecer en una sola
batalla; en una palabra, la modalidad principal arrastra consigo todos los
accidentes particulares”[1].
Siendo poderosamente razonables, el ejercicio de la política exterior no
encuentra cómo volver a establecer la empatía necesaria para contener el
colapso de las relaciones internacionales entre los Estados nacionales,
sumándose todo el sistema multilateral. A nuestro parecer hemos retrocedido a
los tiempos de las Ciudades Estados, las cuales defendían su soberanía e
independencia a ultranza.
La Guerra del
Peloponeso, nos muestra cómo una Ciudad Estado mediterránea (Atenas), impuso
su poderío sobre una Ciudad Estado continental, (Esparta), todo para
controlar su propio Heartland griego, lo que trajo como consecuencia final la
caída de la sociedad griega, su modo de vida y la extinción definitiva de su
dominio mediterráneo. Gastón Bouthoul nos refirió lo siguiente: “La victoria
ha favorecido a uno u otro beligerante, uno ganaba la guerra, pero
inexorablemente los dos perdían la paz”[2].
Sin duda alguna, la velocidad del desarrollo de los medios de comunicación y
el poder que ha significado y representado para la corporocracia, nacida a la
luz de los avances tecnológicos en su mayoría de corte militar, ha permitido
que las distancias y los tiempos sean prácticamente inexistentes. Nos muestra
a un mundo bajo la óptica de las editoriales impuestas por la mano oculta, motor
del comportamiento del mercado en primer lugar y, en las sombras permanentes,
ocultando a los responsables. ¿Dónde quedará la soberanía del Estado como
actor en este caso, no preponderante para controlar la mediática y los
mercados que se están erigiendo como decisores autónomos sin regulación
aparente?
La oposición a ultranza de los actores unipolares en contra del
multipolarismo emergente, apalancado por un crecimiento económico que ha
sobrepasado cualquier cálculo hecho política, económica y militarmente para
contenerlos. Se han disparado todas las estrategias de contención de esta
amenaza de manera desproporcionada y sin control por parte de los hegemones
occidentales (caso Ucrania), lo que ha puesto en peligro la paz mundial y la
supervivencia de todos los seres humanos en el planeta.
Debemos estar preparados para proporcionar nuevos enfoques, asideros y
propuestas que coadyuven a generar dentro del metastásico Sistema Mundo
preponderante, nuevos tejidos de concertación, diálogo y compromiso para
mantener la concordia y la paz entre todos los pueblos del mundo. La
supervivencia de la humanidad y con ella su entorno, dependerá de ello. “El monstruo del capitalismo no va a morir
en paz, dará pelea como fiera acorralada buscando con un zarpazo, herir de
muerte a su oponente”[3]
[1]
Tratado el espíritu de las leyes. [2] Texto
inicial de la editorial de la revista, “Guerres et paix” publicada en 1966. [3] Lugo
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jueves, 27 de octubre de 2022
Interpretando la política exterior del mundo de hoy
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