jueves, 2 de agosto de 2018

Nuestro verdadero héroe. Una deuda pendiente





Escrito por:

Teniente Coronel 
Edgar Alejandro Lugo Pereira

MSc. en Historia Militar

03/08/2018

Una odisea extraordinaria

Hay momentos en la vida del ser humano que definen el carácter y su peso histórico que marcan un antes y un después de una generación, los cuales totalizan sus actuaciones inmarcesibles y que orientan la transición a la madurez física y espiritual.

Arrundell fue el sujeto que modeló en un momento crítico de su existencia, el poder definitorio y absoluto de nuestra representación como grupo de hermanos, caballeros de las armas, quienes ven reflejado en él, un ejemplo de tenacidad y resolución de problemas que pudo aplicar en poco más de 30 segundos, para salvar la vida de un compañero y su misma integridad, otros en similares circunstancias, se verían imposibilitados de responder adecuadamente.

¡El lo hizo! Quizás providencialmente, quizás por mera capacidad de sobrevivencia, pero de lo que si estoy convencido, que lo hizo bajo un gran acto de fe. 

Arrundell resolvió una ecuación matemática donde el resultado estadísticamente hablando, estaba 99% en contra de su vida y la de Colmenares. El supo colocar en una regla de tres, los componentes de esa operación matemática en la cual intervinieron: velocidad, viento, altura y peso, logrando encontrar la solución acertada para aterrizar, por decirlo de esa forma, con total seguridad y preservando la integridad física de ambos componentes. 

¡Esto es simplemente extraordinario!

¿Cómo lo logró ?  

Busquemos la respuesta en los altares, lo cierto es que en pocos segundos, el decidió por dos, que no era el momento de rendir cuentas ante la reja de la divinidad con San Pedro en frente, quizás el santo quedó tan maravillado de tan extraordinaria proeza, que no podía aún recibirles en el cielo, porque sintió tanta emoción, como nosotros la sentimos, cuando los vimos levantarse del sitio del accidente, como si no hubo acontecido nada en esa mañana ¡Que pudo ser trágica! Permutada por un día glorioso y brillante como el Sol radiante de una fecha inolvidable. 

¿A mí parecer? Tenemos una deuda militar con nuestro hermano Arrundell. 

Recuerdo con mucho dolor, esa tarde de finales de agosto de 1990, hace 28 años de haber ocurrido este acontecimiento, cuando condecoraron con la Estrella de Carabobo, (máxima joya que el Ejército otorga por acción heroica a sus hombres y mujeres), al héroe equivocado y nuestro héroe quedó en balde y como la guayabera por fuera.

Espero que alguno de nuestros compañeros pueda resarcir tremenda falla, no por el hecho de condecorarlo, el hecho es, que es nuestro héroe por antonomasia

¡Honor y gloria hermano Arrundell! 

¡Gracias por enseñarnos a tener carácter!



¡Ahora juzguen ustedes!



Secuencia gráfica de tan temeraria acción y proeza heroica memorable.




Momento cuando Arrundell impacta la canopia de Colmenares.



Comienza la danza de la muerte, los dos paracaidistas se enredan irremediablemente, el viento esa mañana era más intenso de lo normal, en la zona de salto en La Placera, Maracay, estado Aragua.




Colapsan las dos canopias y ya se temía lo inevitable, se encontraban a 200 metros de altitud antes de impactar con la superficie terrestre.


En esta gráfica se puede observar con precisión el momento en que Arrundell, despliega el paracaídas de reserva, aplicando correctamente y con templanza, todos los procesos de seguridad indicados para estos incidentes.



Observamos ya en caída libre el momento en que Arrundell, sostiene con todas sus fuerzas a Colmenares, ya sin sustentación aerodinámica.


Imagen del ultimo momento en que los dos paracaidistas, se estrellan contra el terreno, aguantando el impacto, lo que quedaba del paracaídas de reserva abierto como ultimo recurso por el compañero Arrundell.

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