Artículo elaborado por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
MSc. En Historia Militar.
Cuentan leyendas
griegas y egipcias que en la Edad Antigua habría existido en el océano
Atlántico —equidistante a las costas de Brasil, el norte de
África y Europa— una inmensa isla –territorialmente dos
veces más extensa que Venezuela— bautizada La Atlántida. La
mítica isla habría sido una potencia militar que llegó a dominar
parte de Europa y África. Gobernada por leyes que fomentaban el
apoyo mutuo y condenaban el belicismo, los reyes se reunían
regularmente para alcanzar acuerdos, renovar alianzas y juzgar y
sancionar a quienes atentaban contra la paz. Se cuenta que con el
tiempo, la soberbia y las ansias de dominio subyugaron a los
atlantes, atentando contra los principios que habían sellado su
arresto moral y espiritual, conduciéndolos irremisiblemente a la
perdición. Los dioses castigaron a los atlantes sin clemencia, y
dicha civilización entera sufrió un cataclismo natural que “en
una sola noche y un solo día” hundió la Atlántida en el océano,
desapareciéndola de la faz de la tierra para siempre.
Sin ninguna
explicación conocida, el nombre histórico de la heroica ciudad de
Angostura ha desaparecido, como la Atlántida. Las nuevas
generaciones que leen los textos de Bolívar desconocen dónde
quedaba la Angostura de Bolívar. La antigua San Tomé de Angostura
de la entonces provincia de Guayana, la bella ciudad en donde El
Libertador Simón Bolívar proclama el 15 de febrero de 1819, su
magnífico Congreso de Angostura, ya no existe. Su nombre fue
cambiado por el de “Ciudad Bolívar”, nombre que si bien rinde
honores al Libertador, también desdibuja una memoria de luchas
importantísimas para el tiempo presente. Angostura, esa ciudad
bordeada por el gran río Orinoco en cuyos márgenes Bolívar decide
apertrecharse, protegerse y desde donde cambia la correlación de
fuerzas frente al poderoso ejército del imperio español.
El río Orinoco
sirvió de canal fluvial para trasladar toda la logística: armas,
pertrechos e imprenta, indispensables para el triunfo en la guerra de
la independencia; así como enclave geoestratégico difícilmente
penetrable que además garantizó el alimento de la tropa cosechado
de los sembradíos de los monjes capuchinos, sirvió para descanso y
protección de las tropas revolucionarias, facilidades que
permitieron fortalecer su correlación en la guerra por la existencia
republicana de Venezuela y Nuestramérica.
En este espacio
glorioso del hoy estado Bolívar, el Libertador maduró el proyecto
de emancipación de toda la América del Sur y del Caribe, llegando
al clímax de su epopeya en la inauguración del Congreso de
Angostura.
LOGÍSTICA DE LA
GUERRA
A inicios de 1819,
el norte del territorio venezolano se hallaba en poder del ejército
de ocupación del imperio español, eufemísticamente denominado “La
Expedición Pacificadora”. El Libertador Simón Bolívar se
encontraba en campaña militar desde su desembarco en Carúpano en
1816 y, tras sopesar su situación militar desventajosa tanto en
términos tácticos como estratégicos, sumado a una fuerte
precariedad económica, Bolívar decide avanzar hacia el sur de
Venezuela. Poco después instalaría su cuartel general en la ciudad
de Angostura, en la entonces Provincia de Guayana, pese a que su
Estado Mayor General le recomendó no hacerlo. Sin embargo, Bolívar
comprendió la inestimable importancia de establecer su Comandancia
General en un territorio que le permitiera brindar estabilidad
logística al Ejército Libertador y reorganizar el poder político
de cara a las confrontaciones porvenir contra el poderoso adversario
español aguerridamente resuelto a poner fin a la insurrección
patriota. Darle batalla a las fuerzas coloniales españolas de
ocupación sin un buen apoyo logístico podría haber derivado en una
tercera derrota consecutiva de los esfuerzos por lograr la
independencia venezolana respecto de la corona española.
En 1817 el Ejército
Libertador entró triunfante a la capital, Angostura, asegurándose
así el General Bolívar el primer hito estratégico planificado
consistente en: controlar el territorio guayanés, permitir la
entrada de abastecimientos y pertrechos militares por la
desembocadura del Orinoco, reconstituir sus cuadros militares y
preparar la ofensiva en mejores condiciones tácticas, en contra de
una extraordinaria y temible fuerza militar expedicionaria enviada
por el rey Fernando VII, la misma que había derrotado al ejército
francés invasor en la península ibérica 8 años antes.
Mientras estos
acontecimientos se desarrollaban, el General Bolívar estaba
informado sobre las actividades rebeldes y guerrilleras comandadas
por un recio llanero conocido como el “Taita Páez”, quien había
hecho frente a las fuerzas realistas desde 1816 con un éxito sin
igual, por lo que Simón Bolívar tomó como ventaja táctica tal atmósfera militar y ganó tiempo para preparar la maniobra
principal, direccionada a encontrar su Ejército Libertador con las
fuerzas del General José Antonio Páez a objeto de enfrentar en
condiciones de paridad numérica, la Expedición Pacificadora del
General Pablo Morillo quien venía de vencer a los franceses en
Trafalgar, Bailén, Puente Sampayo y Vitoria. Tras la victoria
patriota sobre Morillo, el historiador español Gonzalo
M. Quintero Saravia expresaría: “La guerra estaba perdida para los
realistas. Los siguientes años no serían más que una sangrienta
confirmación de lo irreversible de la independencia americana”.
Afianzando
definitivamente la irreversibilidad de la estrategia emancipadora
Sumergido en una
vorágine constante de cavilaciones profundas que consumían su
pensamiento, Bolívar y su Estado Mayor, tenían que explotar al
máximo todas las ventajas que su enemigo le proporcionaba. Como buen
entendedor del arte de la estrategia militar, necesitó construir un
nuevo frente de lucha y no sujetar su accionar al simple teatro de la
guerra. Y fue en Angostura donde forjó en pocos días su ópera
prima, su mejor carta y gran jugada maestra. Decidió dar a luz el
proyecto Gran Colombino y con esto fundar a la primera “Colombia”,
a “Colombia la Grande”.
Bolívar impregna
su discurso de históricas banderas sociales y políticas: un sistema
republicano-democrático que incluya la abolición de la nobleza y de
los fueros y privilegios de esta; y la abolición de la esclavitud.
Incluyó el Poder Moral (cabe destacar el mismo está presente en la
actual Constitución de la República Bolivariana de Venezuela), e
hizo énfasis en la educación. Educar es conceder libertad pues
rompe las cadenas de la ignorancia. Sentencia reafirmada en uno de
sus más esclarecidos pensamientos:
"Moral y luces
son los polos de una República, moral y luces son nuestras primeras
necesidades".
Bolívar concibe la
integración gran americana como la única gran muralla capaz de
contener las insaciables pretensiones expansionistas imperialistas.
Y, consciente de la necesidad de que los pueblos asuman el ejercicio
pleno y colectivo de su libertad, toma la decisión más
extraordinaria y valiente jamás asumida. Se subordina a la magnánima
autoridad de los 30 legisladores del congreso, sellando su imborrable
discurso con la histórica exhortación a los parlamentarios:
"Señores, empezad vuestras funciones: yo he terminado las
mías". "El Congreso de Venezuela está instalado; en él
reside, desde este momento, la Soberanía Nacional”. “Mi espada y
las de mis ínclitos compañeros de armas están siempre prontas a
sostener su augusta autoridad”. “¡Viva el Congreso de
Venezuela!".
El Congreso de
Angostura fue la cumbre de la genialidad como estadista y político
del vencedor de las dificultades, “El Libertador” y la obra
discursiva que abrió las puertas de la inmortalidad a Simón Bolívar
en tanto que Padre militar, político y espiritual de la Patria
Grande.
Augusto final
Sí, este hombre
nervioso y menudo, pletórico de inspiración y amor a su prójimo,
puso rodilla en tierra, y lideró con imborrable maestría y
conciencia republicana a todos los pueblos de nuestro continente.
Haití nos facilitó las armas con el compromiso de que rompiéramos
las cadenas de la esclavitud. Tres naciones llevan el tricolor
mirandino. Fundó a la hija predilecta del corazón de la América
del Sur: “Bolivia”, erigió la integración Américo-Meridional
en el enclave geopolítico de Panamá y encendió la tea inmarcesible
del fuego sagrado de la libertad, igualdad y fraternidad de los
pueblos mancomunados en un solo espíritu eterno y vivo personificado
en la Madre Patria Americana.
Es, por cierto, en
Angostura donde Bolívar confisca las embarcaciones estadounidenses
que vendían armas de contrabando al ejército español (pese a que
el gobierno norteamericano había declarado estricta neutralidad). Es
en Angostura donde la unidad de mando cobra el más caro de los
precios con el fusilamiento de Piar. Y es en Angostura donde se
define la unidad de las fuerzas patriotas venezolanas y la
estratégica lucha continental.
En Angostura se
acera también el antiimperialismo bolivariano tras advertir el
cinismo de una potencia emergente que le lleva a concluir años más
tarde que: “Los Estados Unidos parecen predestinados a plagar la
América de miserias en nombre de la libertad”.
Bolívar nunca
conquistó otros pueblos. Al contrario, los liberó. Por ello hoy, al
cumplirse 200 años de nuestra gloriosa gesta independentista, en un
contexto en el que preservar la soberanía, la independencia y la
libertad constituyen los más sagrados deberes de los venezolanos,
hoy cuando repolitizar los ideales de la Patria Grande es tan
cardinal, convendría recuperar el glorioso nombre de Angostura para
iluminar las presentes y futuras luchas. Hagamos pues emerger de
nuevo del océano de la historia una “Ciudad Bolívar de
Angostura”, o una “Angostura de Ciudad Bolívar”.
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