martes, 26 de agosto de 2014

Artículo publicado en la edición número 42 de la Revista Ámbito Cívico Militar, órgano divulgador del conocimiento histórico, técnico-cívico militar del Comando Estratégico Operacional “C.E.O” de la Fuerza Armada Nacional de la República Bolivariana de Venezuela.


1821

193 años de la Batalla de Carabobo
 
Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar
 
“Esta maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió una escuela a los soldados ingleses... Esta maldita guerra me ha perdido...”.

Esta confesión de Napoleón Bonaparte, recogida en el Memorial de Santa Helena,[1] durante su exilio en la Isla de Santa Helena, está referida a la Guerra de Independencia española, ocurrida entre 1808 a 1812, y encabeza nuestra exposición sobre la Batalla de Carabobo.

Lo haremos con palabras cargadas de emoción patriótica y revolucionaria ante esta gran comunidad de lectores de la Revista Ámbito Cívico Militar, enfatizando en nuestro planteo una verdad innegable apadrinada por los hechos históricos, al cumplirse el Centésimo Nonagésimo Tercer Aniversario de la Batalla de Carabobo.

¡Gracias Napoleón Bonaparte, gracias, mil gracias…!

Por invadir al reino de España en 1808 y haber estimulado fervorosamente a nuestros hombres y mujeres américo-meridionales, para definir definitivamente el arduo camino de nuestra lucha por la emancipación absoluta de toda dominación imperial, venga ésta de donde venga.

Hay que reiterar con la mayor energía que la libertad e independencia son la herencia que debemos preservar. Nuestros enemigos están allí, en espera de mostrarnos débiles, en espera que la corrupción debilite nuestra empresa revolucionaria, en espera que nos corrompamos con los vicios de las viejas prácticas burocráticas; en fin, en espera que nos perdamos irreversiblemente.

Todo esto nos obliga a ser enfáticos y muy responsables, respecto a que nuestro mayor escudo y mayor fortaleza están precisamente sustentados en cultivar la memoria histórica de la venezolanidad, de nuestra ciudadanía. Es la única forma que existe para condonar las viejas prácticas hegemónicas neocoloniales que pretenden ajustarnos una correa al cuello republicano y asfixiarnos paulatinamente, engañándonos bajo un manto de frivolidad, de consumismo irresponsable y de espejismos de basura globalizante.

Para ello vamos a sumergirnos necesariamente en nuestro pasado, pues quizás allí estén las respuestas que tanto ansiamos, para poder construir una comunidad con justicia social, una democracia más racional y republicana; en fin, un pueblo más consustanciado con su progreso indetenible hacia la conquista de su integridad moral, ética y revolucionaria.

Una plataforma fundacional

El Libertador, luchando desde la arena del discurso en la asamblea instalada en Caracas en enero de 1814, manifestaba el deseo de consolidar la unión política en primera instancia, para poder asumir el mando militar y preparar la defensa militar.

“Anhelo por el momento de trasmitir este poder a los representantes que debéis nombrar, y espero, ciudadanos, que me eximáis de un destino que alguno de vosotros podrá llenar dignamente, permitiéndome el honor a que únicamente aspiro, que es el de continuar combatiendo a vuestros enemigos; pues no envainaré jamás la espada, mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada”.

Los intereses coloniales, sin embargo, equipaban con armas y municiones a los contrarrevolucionarios gracias a los servicios de buques estadounidenses, contrabandistas y piratas de poca monta, muchos de éstos auspiciados desde La Florida y Puerto Rico, trayendo como consecuencia el fortalecimiento de las acciones militares enemigas que pretendían hacer mella en el Ejército Libertador.

Éste era el escenario presente para el año de 1821. Bolívar y su Estado Mayor, mantenían una sincronización perfecta en la toma de decisiones que los condujera a consolidar su posición política y militar. No obstante, hay que decirlo responsablemente, había líderes muy importantes que querían navegar en otras corrientes y no precisamente en abrazar la causa de la justicia social y de la igualdad social y económica; es más, deseaban con fervor colonial que el proyecto emancipador de Bolívar no pudiera consolidarse. Ya sabemos hoy en día, cuáles eran las razones de ese proceder, pero también sabemos fehacientemente que ésas son las mismas razones y las mismas pretensiones con las que se está agrediendo con ferocidad a la nueva independencia venezolana del siglo XXI.


Acción estratégica magistral

La batalla final en la Sabana de Carabobo, luego de la ruptura del armisticio ocurrida el 28 de abril de 1821, fue precedida por un extraordinario juego de maniobras extremadamente planificadas y con una velocidad de ejecución impredecible para ser detectada por el enemigo. Se desplazó así a miles de patriotas en una operación estratégica de concentración de masa y convergencia, para generar la fuerza necesaria y poder desarticular los elementos realistas que confiados en su entrenamiento y experiencia, esperaban destruir al Ejército Libertador, en una zona de matanza predefinida con mucha antelación por el Estado Mayor del Mariscal La Torre. Lo que no previó el comandante español fue que el General Bolívar, iba premeditadamente a empeñar dos de sus mejores unidades combatientes, identificadas como la Legión Británica y el Batallón Bravos de Apure, en una maniobra táctica militar denominada fijación frontal, mientras definía en ese momento, dónde desequilibraría el dispositivo defensivo de La Torre, con un masivo ataque de caballería comandado por José Antonio Páez, para penetrarle por el flanco más débil que el dispositivo realista presentase.

Pedro Tomás de Córdova, subordinado de La Torre, reportará en el parte de la batalla:

“Nuestra pérdida es la de dos Gefes, 43 Capitanes, 77 subalternos 2.786 Sargentos, Cabos y Soldados […], sin poderse clasificar los muertos, heridos, prisioneros y extraviados, por no habernos detenido en el campo…”.[2]

Al final las fuerzas patriotas tomaron victoriosas el campo de batalla, dejando los realistas aproximadamente 1.500 fusiles, 7 piezas de artillería, todos los parques y cajas de guerra, estandartes realistas, entre otros pertrechos y avituallamientos.

Las bajas del Libertador Simón Bolívar en el campo del honor fueron entre 200 y 400 muertos y heridos, pero las mismas se vieron reflejadas con dramatismo en la oficialidad, debido principalmente al arrojo y valentía como condujeron la maniobra, llevando a las tropas hacia los objetivos planteados en la táctica diseñada por el Estado Mayor de Bolívar. Manuel Sedeño, Ambrosio Plaza, Thomas Ilderton Ferriar, Pedro Camejo, el Negro Primero, entre otros, ofrendaron su vida. Hasta su perro de raza mucuchíes de nombre “Nevado” que le fuera obsequiado al Libertador tras su paso por los Andes merideños en mayo de 1813 durante la magistral ejecución de la “Campaña Admirable”, murió en ese campo, y muchos otros fueron heridos gravemente.

“Honor y gratitud eterna a nuestros héroes” muchos olvidados, pero hoy serán recordados y recuperados, para que la memoria colectiva de un pueblo agradecido, rinda los honores de su triunfo eminente.

Esta victoria trajo como consecuencia, que las fuerzas realistas quedaran desarticuladas por completo, dándoles un respiro a los patriotas en su proceso de reconstitución como una unidad hegemónica muy superior a las tropas que se les oponían.

Lo que marcó  este período histórico venezolano lleno de tanta ignominia fue la extrema exacerbación de los odios raciales y sociales, herencia terrible consecuencia de 300 años de desigualdades, crueldades y discriminación alevosa y criminal impuesta por un régimen colonial feudal y ortodoxo, que no comprendía que su dominación estaba a punto de colapsar y con ello la caída de un entramado de leyes, normas, tradiciones y costumbres que eran imposibles de sostener más tiempo. Los pueblos reclamaban espacios para desarrollarse y el proceso de mestizaje propio de esta tierra venezolana, se presentó de una forma inédita en comparación con otras latitudes americanas. De allí podemos inferir la venezolanidad como: un gentilicio lleno de un espíritu contestatario e inflexible cuando de libertad se trata.
 
Proyección y contingencia actuales

Remontándonos a nuestra época, en la actualidad vivimos en un proceso definidor de la verdadera independencia nacional, y hemos sufrido la arremetida incuestionable de elementos antirrevolucionarios, que nos han hecho mucho daño. Pero más allá de sus efectos, vemos con estupor que son nuestros los venezolanos que caen en el campo de honor de las reivindicaciones políticas, sociales y económicas, mientras que hay otros venezolanos que le hacen el juego macabro a intereses de grandes corporaciones transnacionales que siempre han acariciado la idea de fragmentar la patria en pedazos para ser subastada al mejor postor, en detrimento de las poblaciones y sus recursos naturales.

 ¡Eso jamás lo deberemos permitir! Hay que cultivar la memoria histórica de los pueblos y veremos que ninguna idea torcida y trastocada por tecnócratas piratas y faltos de humanidad, le echarán mano a nuestra patria venezolana.

Actualmente existe la imperiosa necesidad de consolidar la única e inmarcesible idea de masificar el estudio de la historia cívico-militar a todos los niveles educativos como base fundacional del fortalecimiento de la defensa integral, pilar necesario e insustituible para garantizar la seguridad, la paz y la integridad soberana de nuestra patria Venezuela. Este hecho es único en la historia del país, y el impacto que tendrá se hará notar de inmediato al contar con divulgadores de la historia patria preparados y consustanciados con la médula histórica de la nación, la cual nació precisamente en el crisol de razas y en los campos de batalla a lo largo y ancho de nuestra geografía y los espacios acuáticos, y en especial en el inmortal Campo de Carabobo, cuna de la libertad venezolana. Son 193 años imposibles de ser olvidados.

Celebramos junto al venezolano como una totalidad inseparable esta inmarcesible fecha, como uno de los más grandes acontecimientos cívicos y militares que abrirían la consolidación absoluta de la libertad venezolana. Carabobo vio nacer la patria.

Cuando en el Estado Mayor se le preguntó al General Bolívar antes de batirse con las fuerzas realistas comandadas por el Mariscal La Torre el 24 de junio de 1821, ¿por qué Carabobo?,  su respuesta fue lapidaria y contundente:

 “Fue en esta sabana, donde hace siete años vencimos a los españoles”. Las cosas para hacerlas bien, hay que hacerlas dos veces, la primera siempre enseña a la segunda.

 
* Especialista en Historia Militar.

 

[1] El Memorial de Santa Helena fue escrito por el conde Emmanuel de Las Cases (1766-1842) y constituye un  registro de las memorias de Napoleón Bonaparte. Las Cases recogió todos esos testimonios, mientras Bonaparte estuvo prisionero en la minúscula isla de Santa Helena, en el Atlántico Sur.
[2] Pedro Tomás de Córdova, citado por Tomás Pérez Tenreiro: Don Miguel de La Torre y Pando. Relación de sus Campañas en Costa Firme 1815/1822, Edición publicada por el Ejecutivo del Estado Carabobo en el Sesquicentenario de la Batalla, Valencia, 1971, p. 409.

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