1821
193
años de la Batalla de Carabobo
Escrito por:
Teniente Coronel Edgar Alejandro
Lugo Pereira
Especialista en Historia Militar
“Esta
maldita Guerra de España fue la causa primera de todas las desgracias de
Francia. Todas las circunstancias de mis desastres se relacionan con este nudo
fatal: destruyó mi autoridad moral en Europa, complicó mis dificultades, abrió
una escuela a los soldados ingleses... Esta maldita guerra me ha perdido...”.
Esta
confesión de Napoleón Bonaparte, recogida en el Memorial de Santa Helena,[1]
durante su exilio en la Isla de Santa Helena, está referida a la Guerra de Independencia
española, ocurrida entre 1808 a 1812, y encabeza nuestra exposición sobre la
Batalla de Carabobo.
Lo
haremos con palabras cargadas de emoción patriótica y revolucionaria ante esta
gran comunidad de lectores de la Revista Ámbito
Cívico Militar, enfatizando en nuestro planteo una verdad innegable
apadrinada por los hechos históricos, al cumplirse el Centésimo Nonagésimo
Tercer Aniversario de la Batalla de Carabobo.
¡Gracias
Napoleón Bonaparte, gracias, mil gracias…!
Por
invadir al reino de España en 1808 y haber estimulado fervorosamente a nuestros
hombres y mujeres américo-meridionales, para definir definitivamente el arduo
camino de nuestra lucha por la emancipación absoluta de toda dominación
imperial, venga ésta de donde venga.
Hay
que reiterar con la mayor energía que la libertad e independencia son la
herencia que debemos preservar. Nuestros enemigos están allí, en espera de
mostrarnos débiles, en espera que la corrupción debilite nuestra empresa
revolucionaria, en espera que nos corrompamos con los vicios de las viejas
prácticas burocráticas; en fin, en espera que nos perdamos irreversiblemente.
Todo
esto nos obliga a ser enfáticos y muy responsables, respecto a que nuestro
mayor escudo y mayor fortaleza están precisamente sustentados en cultivar la
memoria histórica de la venezolanidad, de nuestra ciudadanía. Es la única forma
que existe para condonar las viejas prácticas hegemónicas neocoloniales que
pretenden ajustarnos una correa al cuello republicano y asfixiarnos
paulatinamente, engañándonos bajo un manto de frivolidad, de consumismo irresponsable
y de espejismos de basura globalizante.
Para
ello vamos a sumergirnos necesariamente en nuestro pasado, pues quizás allí
estén las respuestas que tanto ansiamos, para poder construir una comunidad con
justicia social, una democracia más racional y republicana; en fin, un pueblo
más consustanciado con su progreso indetenible hacia la conquista de su
integridad moral, ética y revolucionaria.
Una plataforma fundacional
El
Libertador, luchando desde la arena del discurso en la asamblea instalada en
Caracas en enero de 1814, manifestaba el deseo de consolidar la unión política
en primera instancia, para poder asumir el mando militar y preparar la defensa
militar.
“Anhelo por el
momento de trasmitir este poder a los representantes que debéis nombrar, y
espero, ciudadanos, que me eximáis de un destino que alguno de vosotros podrá
llenar dignamente, permitiéndome el honor a que únicamente aspiro, que es el de
continuar combatiendo a vuestros enemigos; pues no envainaré jamás la espada,
mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada”.
Los
intereses coloniales, sin embargo, equipaban con armas y municiones a los
contrarrevolucionarios gracias a los servicios de buques estadounidenses,
contrabandistas y piratas de poca monta, muchos de éstos auspiciados desde La
Florida y Puerto Rico, trayendo como consecuencia el fortalecimiento de las acciones
militares enemigas que pretendían hacer mella en el Ejército Libertador.
Éste
era el escenario presente para el año de 1821. Bolívar y su Estado Mayor,
mantenían una sincronización perfecta en la toma de decisiones que los
condujera a consolidar su posición política y militar. No obstante, hay que
decirlo responsablemente, había líderes muy importantes que querían navegar en
otras corrientes y no precisamente en abrazar la causa de la justicia social y
de la igualdad social y económica; es más, deseaban con fervor colonial que el proyecto
emancipador de Bolívar no pudiera consolidarse. Ya sabemos hoy en día, cuáles
eran las razones de ese proceder, pero también sabemos fehacientemente que ésas
son las mismas razones y las mismas pretensiones con las que se está agrediendo
con ferocidad a la nueva independencia venezolana del siglo XXI.
Acción estratégica magistral
La
batalla final en la Sabana de Carabobo, luego de la ruptura del armisticio
ocurrida el 28 de abril de 1821, fue precedida por un extraordinario juego de maniobras
extremadamente planificadas y con una velocidad de ejecución impredecible para ser
detectada por el enemigo. Se desplazó así a miles de patriotas en una operación
estratégica de concentración de masa y convergencia, para generar la fuerza
necesaria y poder desarticular los elementos realistas que confiados en su
entrenamiento y experiencia, esperaban destruir al Ejército Libertador, en una
zona de matanza predefinida con mucha antelación por el Estado Mayor del Mariscal
La Torre. Lo que no previó el comandante español fue que el General Bolívar,
iba premeditadamente a empeñar dos de sus mejores unidades combatientes,
identificadas como la Legión Británica
y el Batallón Bravos de Apure, en una
maniobra táctica militar denominada fijación frontal, mientras definía en ese
momento, dónde desequilibraría el dispositivo defensivo de La Torre, con un
masivo ataque de caballería comandado por José Antonio Páez, para penetrarle
por el flanco más débil que el dispositivo realista presentase.
Pedro
Tomás de Córdova, subordinado de La Torre, reportará en el parte de la batalla:
“Nuestra
pérdida es la de dos Gefes, 43 Capitanes, 77 subalternos 2.786 Sargentos, Cabos
y Soldados […], sin poderse clasificar los muertos, heridos, prisioneros y
extraviados, por no habernos detenido en el campo…”.[2]
Al
final las fuerzas patriotas tomaron victoriosas el campo de batalla, dejando
los realistas aproximadamente 1.500 fusiles, 7 piezas de artillería, todos los
parques y cajas de guerra, estandartes realistas, entre otros pertrechos y
avituallamientos.
Las
bajas del Libertador Simón Bolívar en el campo del honor fueron entre 200 y 400
muertos y heridos, pero las mismas se vieron reflejadas con dramatismo en la
oficialidad, debido principalmente al arrojo y valentía como condujeron la
maniobra, llevando a las tropas hacia los objetivos planteados en la táctica
diseñada por el Estado Mayor de Bolívar. Manuel Sedeño, Ambrosio Plaza, Thomas
Ilderton Ferriar, Pedro Camejo, el Negro Primero, entre otros, ofrendaron su
vida. Hasta su perro de raza mucuchíes de nombre “Nevado” que le fuera
obsequiado al Libertador tras su paso por los Andes merideños en mayo de 1813
durante la magistral ejecución de la “Campaña Admirable”, murió en ese campo, y
muchos otros fueron heridos gravemente.
“Honor
y gratitud eterna a nuestros héroes” muchos olvidados, pero hoy serán
recordados y recuperados, para que la memoria colectiva de un pueblo
agradecido, rinda los honores de su triunfo eminente.
Esta
victoria trajo como consecuencia, que las fuerzas realistas quedaran
desarticuladas por completo, dándoles un respiro a los patriotas en su proceso
de reconstitución como una unidad hegemónica muy superior a las tropas que se
les oponían.
Lo
que marcó este período histórico
venezolano lleno de tanta ignominia fue la extrema exacerbación de los odios
raciales y sociales, herencia terrible consecuencia de 300 años de
desigualdades, crueldades y discriminación alevosa y criminal impuesta por un
régimen colonial feudal y ortodoxo, que no comprendía que su dominación estaba
a punto de colapsar y con ello la caída de un entramado de leyes, normas,
tradiciones y costumbres que eran imposibles de sostener más tiempo. Los
pueblos reclamaban espacios para desarrollarse y el proceso de mestizaje propio
de esta tierra venezolana, se presentó de una forma inédita en comparación con
otras latitudes americanas. De allí podemos inferir la venezolanidad como: un
gentilicio lleno de un espíritu contestatario e inflexible cuando de libertad
se trata.
Proyección y contingencia actuales
Remontándonos
a nuestra época, en la actualidad vivimos en un proceso definidor de la
verdadera independencia nacional, y hemos sufrido la arremetida incuestionable
de elementos antirrevolucionarios, que nos han hecho mucho daño. Pero más allá
de sus efectos, vemos con estupor que son nuestros los venezolanos que caen en
el campo de honor de las reivindicaciones políticas, sociales y económicas,
mientras que hay otros venezolanos que le hacen el juego macabro a intereses de
grandes corporaciones transnacionales que siempre han acariciado la idea de
fragmentar la patria en pedazos para ser subastada al mejor postor, en
detrimento de las poblaciones y sus recursos naturales.
¡Eso jamás lo deberemos permitir! Hay que
cultivar la memoria histórica de los pueblos y veremos que ninguna idea torcida
y trastocada por tecnócratas piratas y faltos de humanidad, le echarán mano a
nuestra patria venezolana.
Actualmente
existe la imperiosa necesidad de consolidar la única e inmarcesible idea de
masificar el estudio de la historia cívico-militar a todos los niveles
educativos como base fundacional del fortalecimiento de la defensa integral,
pilar necesario e insustituible para garantizar la seguridad, la paz y la
integridad soberana de nuestra patria Venezuela. Este hecho es único en la
historia del país, y el impacto que tendrá se hará notar de inmediato al contar
con divulgadores de la historia patria preparados y consustanciados con la médula
histórica de la nación, la cual nació precisamente en el crisol de razas y en
los campos de batalla a lo largo y ancho de nuestra geografía y los espacios
acuáticos, y en especial en el inmortal Campo de Carabobo, cuna de la libertad
venezolana. Son 193 años imposibles de ser olvidados.
Celebramos
junto al venezolano como una totalidad inseparable esta inmarcesible fecha,
como uno de los más grandes acontecimientos cívicos y militares que abrirían la
consolidación absoluta de la libertad venezolana. Carabobo vio nacer la patria.
Cuando
en el Estado Mayor se le preguntó al General Bolívar antes de batirse con las
fuerzas realistas comandadas por el Mariscal La Torre el 24 de junio de 1821, ¿por qué Carabobo?, su respuesta fue lapidaria y contundente:
“Fue
en esta sabana, donde hace siete años vencimos a los españoles”. Las cosas para
hacerlas bien, hay que hacerlas dos veces, la primera siempre enseña a la
segunda.
* Especialista
en Historia Militar.
[1]
El Memorial de Santa Helena fue
escrito por el conde Emmanuel de Las Cases (1766-1842) y constituye un registro de las memorias de Napoleón
Bonaparte. Las Cases recogió todos esos testimonios, mientras Bonaparte estuvo
prisionero en la minúscula isla de Santa Helena, en el Atlántico Sur.
[2] Pedro Tomás de Córdova, citado por
Tomás Pérez Tenreiro: Don Miguel de La
Torre y Pando. Relación de sus Campañas en Costa Firme 1815/1822, Edición
publicada por el Ejecutivo del Estado Carabobo en el Sesquicentenario de la
Batalla, Valencia, 1971, p. 409.
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