sábado, 26 de julio de 2014

Carta del Profesor Jorge Portilla al Teniente Coronel Edgar Lugo. Primeras reflexiones sobre la paz


Carta del Profesor Jorge Portilla al Teniente Coronel Edgar Lugo

Primeras reflexiones sobre la paz

 

Si vis pacem, para bellum

Flavius Vegetius Renatus, siglo IV.[1]

Der Krieg ist eine bloße Fortsetzung der Politik mit anderen Mitteln.

Carl Philipp Gottfried von Clausewitz (1780 1831).

Mientras la condición normal de las cosas suele ser existir en un estado perturbado, se entiende por paz la propiedad de un estado de cosas tal que sufra un grado de perturbación inferior a un umbral establecido. Y esta paz es reputada buena porque excesivas perturbaciones pueden acabar con muchísimos proyectos de vida o con la vida misma. Una de las perturbaciones más persistentes, a nivel social y personal, es el conflicto, en el cual, una o más partes reclaman algo poseído o reclamado también por otra u otras partes.
 
En teoría, parecería que la resolución o minimización de los conflictos contribuiría a la formación del estado de paz. Pero, un modo tradicional de eliminar algunos conflictos es mediante alguna aplicación de la violencia (que a veces sea institucionalizada no quita necesariamente sus efectos o consecuencias indeseables). Una de esas aplicaciones de violencia, muchas veces institucionalizada, es la guerra. Desde una perspectiva neutral, la guerra puede apreciarse como una expresión de la incapacidad del ser humano para vivir racionalmente en sociedad; para resolver o aliviar problemas y conflictos mit anderen Mitteln diversos de la violencia.
Toda guerra es, en cierto modo, pírrica: aún los triunfadores pagan un precio elevado, por mínimo que sea, en dolor, muerte y proyectos de vida destruidos. Dedicar la victoria a los caídos no cambia mucho su existencia truncada y el vacío de su ausencia. Gritar que no murieron en vano es injusto para los que cayeron del lado enemigo, aunque no nos importen. Luego, según un sencillo razonamiento, minimizar conflictos parecería un modo certero de aumentar el estado de paz. Más aún, podríamos definir una paz concreta y razonable como aquel estado de una sociedad que resuelve los conflictos con el uso mínimo o nulo de la violencia.
Una derivación aparente de este modo de pensar sería reducir al mínimo los implementos para la guerra, sean ejércitos o armamentos o ambos.
Pero sería ingenuo supones que una desmovilización o un desarme masivo producirían automáticamente una situación de paz – de hecho, podrían generar un efecto contrario al facilitar la rapiña. Se requiere un proceso inteligente y complejo para evitar que otras partes aprovechen la guardia baja que se estaría ofreciendo. Teóricamente es posible pensar en una red de acuerdos entre naciones, pero los mismos, simbólicos al fin, como el dinero, deberán poseer algún respaldo real, el cual implica, de algún modo, por lo menos la disponibilidad de la fuerza.
Tampoco los acuerdos son totalmente efectivos para la que Thomas Hobbes (1588 1679) consideraba la peor de las guerras: la civil. Para evitarla propuso en Leviathan la idea del soberano absoluto, concepto que hoy en día resulta inaceptable. Luego están los intereses de la industria de la guerra. Y no se habla aquí, necesariamente, de mercaderes de armamentos, “perros de guerra”[2] o mercenarios, sino que las economías bélicas suelen ser muy fructíferas, sin contar con la triste realidad, del aumento del conocimiento que puede generar un status belli.
En síntesis, la silueta de la paz se dibuja sobre un fondo de conflicto y, dentro de éste, el de la guerra. Complejo sistema donde el elemento regulador puede ser un amplificador de desequilibrios. Y es que la guerra y la paz, o la paz y la guerra, se constituyen mutuamente.
Más que prepararse para la guerra – como quería Vegesio – debe trabajarse para reducir los conflictos o las condiciones propicias para éstos.
Al lado de una educación ciudadana para la paz, junto al llamado a la conciencia individual imprescindible que ella implica, deben procurarse soluciones objetivas a las potencialidades conflictivas. Por ejemplo:
·         Espacios geopolíticos en reclamación.
·         Crecimiento demográfico (Malthus).
·         Inmigración (legal e ilegal; aspectos económicos).
·         Pobre oferta laboral. Influencia de la tecnología. Tecnología y desarrollo, y tecnología y subdesarrollo.
·         Carrera armamentista.
·         Pobreza extrema, incluyendo hambre y sed (Ruanda).
·         Crisis financieras (actuales y anteriores).
·         Delincuencia organizada o no.
·         Injusticia. No separación de poderes.
·         Desigualdad.
·         Tiranías y pseudo-democracias.
·         Populismos. Lo comunitario y lo social. El divisionismo.
·         Fanatismos ideológicos o religiosos.
·         Terrorismo. Terrorismo de Estado.
Nótese, de paso, que muchas de estas potencialidades se ejercen bajo supuestas causas genuinas o sencillamente nobles (terrorismo como lucha de liberación, por ejemplo).           
Una conferencia sobre la paz debería contemplar éstos y muchos otros factores que causan conflictos, los cuales, a su vez, pueden gatillar guerras.
El objetivo de estas líneas es ayudar a delinear temas y expositores más concretos.
Un programa, pensado “en voz alta”, con base en las reflexiones expuestas, podría ser algo así:
La guerra. La violencia como medio de solucionar problemas. El temor (Sun Tsu).
Lo militar como especialización del trabajo. El cambio histórico de su relevancia política, de sus visiones y de sus características operativas.
Generaciones de las guerras. 
Argumentos para la guerra (defensa, patria, religión, honor). Condiciones materiales de las guerras. Desencadenantes. Atractores.
Beneficios y penurias de la guerra.
Tipos de conflicto con potencial desencadenante. Escaladas.
Áreas de conflicto en el mundo.
La paz. Soluciones posibles, métodos posibles, éticas posibles.
 
 
 
 
 
 


1.         Igitur qui desiderat pacem, præparet bellum (Epitoma rei militaris, libro III, prefacio).
2.         William Shakespeare (1599), Julius Caesar, Acto III, escena 1, linea 270: “Grita, ‘Saqueo’, y deja que se suelten los perros de guerra (Cry, ‘Havoc!’, and let slip the dogs of war).”

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