SEXTA ENTREGA
Escrito por:
Teniente
Coronel Edgar Alejandro Lugo Pereira.
Especialista en
Historia Militar.
No obstante la
paz en el plano de las relaciones humanas, resulta ser una realidad bastante
dinámica, y hay que esforzarse para poder garantizarla, y es la disuasión a
través de la integración, que nos ofrece un reto de grandes proporciones. Plantear
la unión de los pueblos, sin recurrir al elemento de la violencia como arma
para amedrentar al enemigo superior, es tarea prioritaria y objetivo de los
gobiernos de turno, sin menoscabo de la tranquilidad de los pueblos a quienes
gobiernan, y al mismo tiempo, entender que practicar la paz no es sinónimo de
debilidad sino de gran fortaleza.
Esa fortaleza radica básicamente, en la memoria
de los pueblos gobernados que confían en sus dirigentes, para ser conducidos
por el camino de la tranquilidad pública y el bien común, sin esperar otro
resultado que no sea precisamente el deseo de vivir en paz.
La riqueza de
la paz brota precisamente de la necesidad de convivir en armonía, sin embargo
esa armonía; hoy en día, esta desentonada por la práctica de antivalores que
nutren la violencia sistematizada a través de los medios de comunicación, la
moda, la música popular, el consumismo desmedido y sin control que se impuso
sobre el mundo civilizado, generando una dialéctica entre lo que produce
satisfacción y felicidad y lo no deseado, el sufrimiento.
Estableciendo
una máxima sobre la paz, la misma se debe construir sobre la base de saber
escuchar el clamor de los pueblos.
Los gobiernos
tienen ese deber insoslayable de comprometerse profundamente con esa
contundente verdad, es la única vía y modo de acceder a ella, pero hemos
olvidado cómo hacerlo, precisamente por dejar de practicar las virtudes
sustituyéndolos por otros aspectos más violentos y siniestros del
comportamiento humano que se han transmitido de generación en generación.
La ley natural
nos impone a través de la conciencia moral practicar la paz, mostrando sus
efectos y traduciéndola en actitudes, comportamientos y expresiones
positivamente favorables que permitirán abrir los procesos de diálogo
permanente y con ello cancelar la violencia que irrumpe como resultado de la
intransigencia e inobservancia de los procesos naturales de socialización mas
allá de la raza, condición social, política o religiosa que marcan a un
conglomerado humano.
La crisis de
los valores y principios morales son hoy en día un hecho muy grave, se han
invertido e invisibilizado en un boicoteo sin cartel acorralada por los
protagonistas de la cultura de la muerte, es urgente educar a la conciencia
para reencontrarnos con ella y revitalizar la actuación de la paz como pieza
única de la nueva cultura que erosionara la popular cultura por la muerte y sus
consecuencias.
¿Tenemos
anestesiada la conciencia, que no nos damos cuenta de la precaria situación que
la humanidad tiene en la actualidad?
Se comenta por
todas partes y por diferentes medios comunicacionales, sobre el estigma de la
corrupción, y de la irresponsabilidad de los políticos aliados con el mundo
financiero, o lo que es igual a la ecuación:
Poder + dinero= dominación.
Es la práctica
constante de este fenómeno, lo que ha permitido elevar la inconsciencia moral,
la falta de responsabilidad, el afán de lucro desmedido, lo superfluo y banal y
la falta de justicia social y solidaridad, sobre las conciencias de la mayoría
que solo observan en silencio, como se desarman las sociedades y se debilitan
los principios naturales de la vida, para convertir a los seres humanos en simples obreros
sin destino, absorbiendo toda su plusvalía para generar un estado final deseado
como es el amortajar y enterrar la equidad y junto a ella la paz.
Continuará...
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