Artículo escrito por:
Teniente Coronel
Edgar Alejandro Lugo Pereira
M. Sc. en Historia Militar
IAESEN, junio 2013
Escribir sobre Hugo Chávez es una tarea prodigiosa y a la vez retadora. Pues, ¿Cómo
imprimir ideas sobre un personaje histórico que en vida construyó un legado proyectado
para las generaciones futuras? ¿Cómo establecer parámetros de comprensión
historiográficos, sin tomar en consideración lo intrincado que significa tratar
la obra de un ser humano en cuerpo presente y con todos los mecanismos del
poder vibrando en armonía y sincronización perfectas?
Por
ello vamos a revisar una faceta de un liderazgo incuestionable, basándonos primordialmente en la alquimia de
los sentidos, la pasión abrumadora del amor incondicional y bien correspondido
de un pueblo, así como de la maquinaria de pura voluntad de millones de seres humanos, que con su energía consumaron la
realización de un sueño tan complejo como la vida misma.
El
gran enfrentamiento
Para
combatir el modelo económico del capitalismo era necesario presentar un espejo
para darle batalla, y no conformarse sólo con reflejar sus ataques en una
clásica y agotada estrategia de defensa por imitación, sino responder con la
mayor potencia posible sus andanadas ofensivas, buscando con el contraataque,
causarle tanto o más daño del que pretendía obtener nuestro enemigo al agredir
a su contendor, trayendo como consecuencia el debilitamiento de su sistema de
avasallamiento en todas sus facetas.
¡No
hay escenario de confrontación más odioso y recalcitrante que estar en completa
incertidumbre!
Cuando
hacemos referencia a la geopolítica
social, Hugo Chávez logró rescatar los planteamientos históricos legados
por los defensores y activistas en pro de la materia social. Él entendió
tácitamente, previo análisis y comprensión de las corrientes filosóficas del
pensamiento formal y de las corrientes del pensar cotidiano representado en la
vida del ciudadano común, que el efecto contundente del éxito de cualquier plan
estaba sustentado en ganarse la voluntad
de los pueblos, no de sus sistemas. Es la gente quien necesita ser
inspirada, las estructuras en sí carecen de sentimientos; de allí podemos
suponer la perfección de las instituciones, los seres humanos son imperfectos,
y en esas imperfecciones, se encuentran las brechas para debilitar los modelos
políticos, económicos y sociales, agresores de la sociedad.
Para
eso se requiere la construcción de un mapa mental que defina claramente la
geografía contentiva del funcionamiento del sistema susceptible de ser atacado.
Infiriendo que Hugo Chávez en el proceso de creación política de su pensamiento,
pudo observar las fisuras que el óxido de la ineptitud política cubrió. No era
de extrañar que se adelantara a los acontecimientos que más temprano que tarde,
provocarían la materialización de las peores amenazas que atentarían de hecho
contra la estabilidad de un Estado absurdo y lento en sus progresiones sociales,
que no supo, ni pudo, ni quiso identificar, para corregirlas a tiempo.
¿Qué
son los sistemas sin la participación directa de los seres humanos, de la gente
que los dirige? ¿Qué han pretendido los tecnócratas de la actualidad conseguir
con la invisibilización y banalización de las sociedades sometidas a un proceso
de erosión de sus valores, sustituidos constantemente por someros espejismos de
abundancia y paz consensual emanados de pseudo valores del mercado?
Máximos
logros para pruebas extremas
Hugo
Chávez como planificador estratégico pudo hilar fino, entretejiendo las fibras
sociales que se encontraban desmadejadas, enredadas y anudadas bajo el peso del
olvido de la conciencia de los gobernantes, responsables de garantizar
precisamente que no se dañara el tejido social de sus ciudadanos. Hecho fatal
que nos condujo desde principios de la década de 1970 hasta finales de los 90, irremediablemente
hacia un proceso de anarquía política muy bien dirigido por los poderes
hegemónicos del orbe, bajo el signo de una permanente e indetenible corrupción,
erosionando a la sociedad venezolana hasta convertirla prácticamente en un conglomerado
de despojos sociales, estructura deshumanizada y sin conciencia histórica.
Estos elementos en la actualidad constituyen
claves estratégicas fundamentales, para doblegar el espíritu nacional, el
sentimiento patriótico, y da por hecho la cancelación del ejercicio de la
soberanía de los pueblos, que buscan sobrevivir en el concierto de naciones.
Era
de suponerse, cuando de conciencia política se trata, que surgiría un conductor
popular con un raciocinio político superior a lo esperado por los arquitectos
sociales burgueses, los cuales iban a recibir su absoluta derrota, ante el
poder del mismo razonamiento pero a la inversa (arquitectura popular),
cabalgando furiosa, desde las profundidades de los sentimientos de un pueblo
decepcionado por los mismos hermanos que debían protegerlo, pero convertidos en
verdugos gracias al poder del gran capital; se encargaron de castigarlos. Los
pueblos clamaban en silencio, resistiendo con estoicidad los avatares de las
tormentas desatadas por la codicia de un enjambre de oligarquías depredadoras,
que sólo deseaban seguir alimentando su pasión por el ego representado en
rancios abolengos de un pasado absurdo y colonizador.
He
aquí, entonces, el elemento catalizador de toda
una geopolítica social creada por Hugo Chávez, con la idea suprema de proteger
a la ciudadanía américo-meridional y de otros continentes, de los embates
agresivos y destructores de las ambiciones de los neocolonizadores, que han
desarrollado una estrategia mordaz y confiscadora de la conciencia de los
pueblos, apostando todos sus recursos de dominación, conduciendo a las
sociedades afectadas hacia la desaparición de su identidad, sustituyéndola por
antivalores representados en el consumismo, el mundo del entretenimiento, la
frivolidad, el debilitamiento de los sistemas educativos y la negación absoluta
de sus propias realidades. Por tal geopolítica social novedosa, entendemos en
un primer esbozo categorial.
“Todos
aquellos discursos y desempeños políticos de esencia bolivariana y liberadora,
dinamizadores de lo social, cuyo objeto es producir y ejecutar estrategias
plurales de ruptura de las hegemonías que pretenden el sometimiento de los
pueblos”.[1]
Hugo
Chávez no sólo generó los principios básicos de este enfoque, sino que lo ejecutó
con tal maestría, que difícilmente podrá ser superado en la habilidad política
y comunicacional con que la llevó eficazmente a la práctica.
Partiendo
de modelos geopolíticos, podemos inferir que lo más importante para Hugo Chávez,
fue sin duda el ser humano, no los sistemas. Al atender las necesidades del
pueblo entendiendo en el proceso sus carencias y sus sufrimientos, logró tomar
el control de la situación social para satisfacerla de manera sistémica. Todo
en el proceso revolucionario debía tener una lógica de ejecución. Es por lo que
actualizó sin cesar el sentido del proverbio clásico:
“¿Por
qué darle el pescado a la gente? Hay que entregarle la caña y enseñarle a
pescar”.
Él
comprendió definitivamente, la importancia estratégica de someter los sistemas
sociales al servicio de los pueblos, esto fue un éxito imposible de ser
superado por ningún modelo existente hasta la fecha y continuará consolidándose
en la medida que los gobernantes de las naciones hermanas lo pongan a prueba, generando
un efecto aglutinador de voluntades que sumadas en un proceso ideológico liberador
ha convalidado de hecho y de derecho, un nuevo mapa geopolítico, donde las
naciones involucradas en el proceso, han dejado bien claro su intención de no
retorno. Con tal fin se han creado las organizaciones hechas a la medida del
espíritu de colaboración en los ámbitos políticos, económicos y sociales,
permitiendo a la vez, la creación de los instrumentos necesarios que
fortalecerán la articulación de los sistemas a través de las políticas de
Estado diseñadas para cada fin.
En
catorce años han nacido en América tantas organizaciones de carácter integracionista,
que han apaleado de manera literal todas las intenciones de imponer políticas
foráneas de intromisión supranacional. La Organización de Estados Americanos
está cuestionada y se ha convertido en una oficina burocrática y con una gran
carencia de credibilidad para resolver alguna discrepancia seria en la región.
La ONU, a pesar de los grandes esfuerzos y recursos que en materia de
resolución de conflictos ha empeñado, tiene al Medio Oriente, Asia y África en
permanente estado de beligerancia, algunos de estos países -Irán y Corea del
Norte- con potencial peligro de desencadenar una guerra nuclear, que traería
consecuencias terribles de carácter global e irreversible.
La
América Meridional, como lo clamaría el Padre de la Patria El Libertador Simón
Bolívar, debe conformar una confederación de Estados que puedan oponerse a
cualquier amenaza que atente contra la prevalencia de la paz en la región. Ése era su gran proyecto político inconcluso. Sin
embargo, es Hugo Chávez quien materializa definitivamente los caminos de la integración
de los pueblos américo-meridionales, y algo de trascendental importancia: marcó
el sendero de cualquier otro pueblo del orbe que desee abrazar los preceptos de
lo pluricultural, la libre determinación y la paz. Esta fuerza expande los
límites de la dimensión sociológica de la geopolítica, lo cual conceptuaríamos
como capital para una “geopolítica social”.
Petrocaribe, Petrosur, ALBA, CELAC, ASA, UNASUR,
Telesur, Radio del Sur, Banco del Sur, Sistema Unitario de Compensación
Regional (SUCRE), entre otros mecanismos políticos, sociales y culturales,
forman parte del sistema de socialización activa que le ha permitido a
Venezuela, fortalecer su posición como elemento de integración y de liderazgo
geopolítico, más allá de las corrientes académicas rectoras de la materia. ¡Esto
es excepcional! Está fuera de los parámetros que los tecnócratas han utilizado
para analizar el caso venezolano. ¡Esto es tener el poder originario!
El 5
de marzo de 2013, fue una fecha ratificadora del mensaje de paz, amor e
integración social en el ámbito mundial del hombre que sensibilizó a la
humanidad. Durante diez días, se dieron cita en Venezuela más de 50 jefes y
jefas de Estado, cancilleres, ONG, organismos supranacionales, colectivos
sociales de diversas tendencias, representantes religiosos, y sobre todo el
protagonista principal: el pueblo soberano, el hombre y la mujer de calle, el
niño y la niña que los acompañaban, todos con el corazón completamente abatido
por la pérdida, pero a su vez resucitando la esperanza en cada latir, en cada
respiro, en cada mirada llena de compromiso histórico con las generaciones por
venir y con el peso de la responsabilidad de mantener el legado reivindicador
de los pueblos, garantizando su omnipresencia.
He aquí el compromiso rotundo que Hugo Chávez
adquirió con la humanidad. ¡Estábamos escasos de héroes! Él con sus
circunstancias propias y ajenas, trascendió a los altares de las conciencias de
los pueblos del mundo, como el hombre bueno, el del corazón sensible, el hombre
solidario transfigurado en amor de madre-padre, el soñador de la patria grande,
la patria de Bolívar. Soñador irredento de una geopolítica social enaltecedora.
En fin…
“…Otro
hombre vencedor de las dificultades…”.[2]
[1]Esta caracterización recoge algunos
atributos sobresalientes para construir una definición rigurosa de geopolítica
social. Es una primera aproximación a este objeto, y escapa por lo tanto al
alcance de este artículo, cuyo énfasis reside más bien en presentar la vigorosa
conexión entre lo cognoscitivo y la praxis que operó en el Comandante
Presidente Hugo Chávez a propósito de problemas de la construcción del mundo
pluripolar. Debo expresar mi gratitud al Lcdo. Duilio Medero, del CEOFANB, por las
estimulantes discusiones sobre estos tópicos.
[2]
Parafraseando a Miguel Acosta
Saignes en su obra Acción y utopía del
hombre de las dificultades, Ediciones Casa de las Américas, La Habana,
1977. [Libro galardonado con el Premio Extraordinario “Bolívar en Nuestra
América”, 1977.]
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