jueves, 6 de junio de 2013


SIMÓN BOLÍVAR

 Y SUS IDEALES INTEGRACIONISTAS


"...Vengo a  procurar auxilios; iré en su busca a esa soberbia capital; si fuere preciso marcharé hasta el polo; y si todos son insensibles a la voz de la humanidad, habré llenado mi deber aunque inútilmente y volveré a morir combatiendo en mi patria..."


 Kingston. Jamaica, 27 de mayo de 1815.

Carta dirigida a Ricardo Wellesley, residente en Londres. Inglaterra.


Es difícil enmarcar al Libertador Simón Bolívar dentro de una identidad militar convencional, dada la magnitud de su obra, primero como ser humano y luego por su alcance ideológico universal. Sin embargo, fue un hombre enfrentado a su tiempo, y tiempo después, continuo enfrentando los avatares del tiempo, con su legado hecho pensamiento trascendido en el tiempo, hecho huella en la memoria de los pueblos, hecho Constitución y hecho heraldo indiscutible en la eternidad pétrea de su obra hecha Patria.


El Libertador, a pesar de utilizar ideales para transformar su mundo, sumido en pensamientos medievales de dominación y subyugación de los pueblos, se sintió obligado por las circunstancias a utilizar la guerra y la violencia para alcanzar la paz, materializando esta ultima parcialmente, después de mucho batallar contra la resistencia a los cambios, sembrando la semilla de la repúblicanidad en el corazón de los nacientes estados americanos. Sin embargo el ideal político de una América Meridional unida por el “Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua”[1], se erosionaría, perdiéndose en las arenas movedizas de los intereses políticos de sus adversarios apoyados precisamente por las potencias coloniales emergentes, que consideraban el tratado como una amenaza, debiéndose evitar su realización a toda costa, trayendo como consecuencia que la unificación de los estados americanos, jamás se consolidara.

Simón Bolívar, fue el catalizador de brillantes pensamientos de hombres y mujeres que le antecedieron, ideas llenas de euforia por el cambio necesario y obligante de la estructura de la sociedad, que para su época eran imposibles de realizar, y quienes les hacían frente, defendían sus posiciones a ultranza a sabiendas que la lucha era del todo, carente de sentido. La fuerza de los pueblos se abatía en contra de las murallas de los convencionalismos sociales impuestos sobre los pilares de la violencia, esclavitud, ignorancia, oscurantismo y banalidad, y como resultado final, siempre era la paz; la primera en ser sacrificada.

¿Cómo se podría defender la paz en esas condiciones?

Bolívar comprendería y estudiaría las estructuras de integración, abarcando áreas como: Filosofía, Teología, Ciencias Naturales, Letras, Lógica y las Matemáticas, aplicando en sus análisis probablemente las ecuaciones para la resolución de las incógnitas y sus variables, tal cual como se hace hoy en día, pero a través del uso de cálculos logísticos, estadísticas y poderosos servidores electrónicos que corrigen el rumbo de la humanidad bajo modelos económicos que han contribuido a invisibilizar a los seres humanos, reflejando los resultados por medio de porcentajes de éxitos o fracasos, en las bolsas de valores alrededor del mundo, como si la humanidad solo fuera simplemente dígitos y resultados matemáticos.

Sin embargo, El Libertador pudo realinear con estructura una nueva era de integración de los pueblos, y esto lo logra cuando el 15 de febrero de 1819, manifiesto esa sensación de logro, al expresar sus ideas en la inauguración del augusto Congreso de Angostura con un discurso arrollador, visionario, tomando con valor absoluto y contundente, la responsabilidad de las instituciones que nos representarían, las que deberían responder y confrontar realidades, para garantizar el estado de derecho y la justicia social, satisfaciendo de ese modo, las necesidades de identidad, libertad y soberanía, sin copiar ni utilizar modelos de otras realidades que jamás podrían adaptarse a la visión integracionista que su pensamiento, obra y acción nos legaría.


Es por ello que el gobierno y sus representantes, deben responder directamente a sus depositarios que son en sí, el pueblo que los elige, ocurriendo con esta acción idealista, un choque de corrientes filosóficas y políticas que en ninguna parte del mundo, gobierno alguno podría practicar, pero para ese entonces en Sudamérica, sus efectos poderosos arrastraron estas sociedades indefectiblemente, hacia un estado permanente de confrontación histórica que hoy en día se mantiene vigente.

Bolívar en 1815, se da cuenta de ello encontrándose en Jamaica, derrotado, perseguido, desacreditado y descorazonado, pensó que el momento de sacudirse el polvo de la caída había llegado, quizás su fuente inspiradora renació precisamente de su pluma y fuente de tinta, al escribir una carta, de las pocas que escribió en Jamaica, esa sola carta, le valió la premonitoria perpetuidad de su genialidad.

En ella describe tres etapas de la evolución de los acontecimientos independentistas, la primera parte es un análisis histórico de la realidad americana y su lucha por la libertad, la segunda, un balance de los acontecimientos desde 1810 hasta 1815, y la tercera etapa, es la fuente inspiradora que le otorga a ese documento su sitial en la historia de la republicanidad, al predecir de cierto modo y bajo su óptica personal el destino de las naciones que buscaban en ese entonces su camino a la libertad y a la unión de los pueblos américo – meridionales. 

¿Bolívar sentiría miedo a subir los peldaños de la escalera hacia la puerta de la libertad?

¡Simplemente “si”¡

Era un hombre modelado por las circunstancias en un tiempo de brutales transformaciones que destruirían el concepto de una sociedad feudal y abriría paso a la modernidad con sus vicios y virtudes como pasajeras permanentes de un pasado imposible de borrar de la memoria de los pueblos.

            Todo héroe tiene miedo, solo que el logro convertirlo en arrojo, audacia y valentía, mientras que otros se dejarían arropar por el pánico y el terror, en fin. Fue el hombre de las dificultades.

 Simón era un visionario, un hombre fuera de su tiempo, un ser que buscaba la paz sin renunciar a la batalla, si de esta última, la paz dependía su existencia.







[1] Documento firmado por los Ministros Plenipotenciarios de las Repúblicas de: Colombia, Centro América, Perú y los Estados Unidos Mejicanos. Como producto de las sesiones del Congreso Anfictiónico de Panamá convocado por El Libertador, entre el 22 de junio y el 15 de julio de 1826, constituyendo una hábil estrategia de disuasión, ante los intentos colonizadores de las potencias de la época.

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