SIMÓN BOLÍVAR
Y SUS IDEALES INTEGRACIONISTAS
"...Vengo a procurar auxilios; iré en su busca a esa soberbia capital; si fuere preciso
marcharé hasta el polo; y si todos son insensibles a la voz de la humanidad,
habré llenado mi deber aunque inútilmente y volveré a morir combatiendo en mi
patria..."
Kingston. Jamaica, 27 de mayo de 1815.
Carta dirigida a Ricardo
Wellesley, residente en Londres. Inglaterra.
Es
difícil enmarcar al Libertador Simón Bolívar dentro de una identidad militar
convencional, dada la magnitud de su obra, primero como ser humano y luego por
su alcance ideológico universal. Sin embargo, fue un hombre enfrentado a su
tiempo, y tiempo después, continuo enfrentando los avatares del tiempo, con su
legado hecho pensamiento trascendido en el tiempo, hecho huella en la memoria
de los pueblos, hecho Constitución y hecho heraldo indiscutible en la eternidad
pétrea de su obra hecha Patria.
El Libertador, a pesar de utilizar ideales para
transformar su mundo, sumido en pensamientos medievales de dominación y
subyugación de los pueblos, se sintió obligado por las circunstancias a
utilizar la guerra y la violencia para alcanzar la paz, materializando esta
ultima parcialmente, después de mucho batallar contra la resistencia a los
cambios, sembrando la semilla de la repúblicanidad en el corazón de los
nacientes estados americanos. Sin embargo el ideal político de una América
Meridional unida por el “Tratado de Unión, Liga y Confederación
Perpetua”[1],
se erosionaría, perdiéndose en las arenas movedizas de los intereses políticos
de sus adversarios apoyados precisamente por las potencias coloniales
emergentes, que consideraban el tratado como una amenaza, debiéndose evitar su realización
a toda costa, trayendo como consecuencia que la unificación de los estados
americanos, jamás se consolidara.
Simón Bolívar, fue el catalizador de brillantes
pensamientos de hombres y mujeres que le antecedieron, ideas llenas de euforia
por el cambio necesario y obligante de la estructura de la sociedad, que para
su época eran imposibles de realizar, y quienes les hacían frente, defendían
sus posiciones a ultranza a sabiendas que la lucha era del todo, carente de
sentido. La fuerza de los pueblos se abatía en contra de las murallas de los
convencionalismos sociales impuestos sobre los pilares de la violencia,
esclavitud, ignorancia, oscurantismo y banalidad, y como resultado final,
siempre era la paz; la primera en ser sacrificada.
¿Cómo se podría defender la paz en esas
condiciones?
Bolívar comprendería y estudiaría las
estructuras de integración, abarcando áreas como: Filosofía, Teología, Ciencias
Naturales, Letras, Lógica y las Matemáticas, aplicando en sus análisis
probablemente las ecuaciones para la resolución de las incógnitas y sus
variables, tal cual como se hace hoy en día, pero a través del uso de cálculos
logísticos, estadísticas y poderosos servidores electrónicos que corrigen el
rumbo de la humanidad bajo modelos económicos que han contribuido a
invisibilizar a los seres humanos, reflejando los resultados por medio de
porcentajes de éxitos o fracasos, en las bolsas de valores alrededor del mundo,
como si la humanidad solo fuera simplemente dígitos y resultados matemáticos.
Sin embargo, El Libertador pudo realinear con
estructura una nueva era de integración de los pueblos, y esto lo logra cuando
el 15 de febrero de 1819, manifiesto esa sensación de logro, al expresar sus
ideas en la inauguración del augusto Congreso de Angostura con un discurso
arrollador, visionario, tomando con valor absoluto y contundente, la
responsabilidad de las instituciones que nos representarían, las que deberían
responder y confrontar realidades, para garantizar el estado de derecho y la
justicia social, satisfaciendo de ese modo, las necesidades de identidad,
libertad y soberanía, sin copiar ni utilizar modelos de otras realidades que
jamás podrían adaptarse a la visión integracionista que su pensamiento, obra y
acción nos legaría.
Es por ello que el gobierno y sus
representantes, deben responder directamente a sus depositarios que son en sí,
el pueblo que los elige, ocurriendo con esta acción idealista, un choque de
corrientes filosóficas y políticas que en ninguna parte del mundo, gobierno
alguno podría practicar, pero para ese entonces en Sudamérica, sus efectos
poderosos arrastraron estas sociedades indefectiblemente, hacia un estado
permanente de confrontación histórica que hoy en día se mantiene vigente.
Bolívar en 1815, se da cuenta de ello
encontrándose en Jamaica, derrotado, perseguido, desacreditado y descorazonado,
pensó que el momento de sacudirse el polvo de la caída había llegado, quizás su
fuente inspiradora renació precisamente de su pluma y fuente de tinta, al escribir
una carta, de las pocas que escribió en Jamaica, esa sola carta, le valió la
premonitoria perpetuidad de su genialidad.
En ella describe tres etapas de la evolución de
los acontecimientos independentistas, la primera parte es un análisis histórico
de la realidad americana y su lucha por la libertad, la segunda, un balance de
los acontecimientos desde 1810 hasta 1815, y la tercera etapa, es la fuente
inspiradora que le otorga a ese documento su sitial en la historia de la
republicanidad, al predecir de cierto modo y bajo su óptica personal el destino
de las naciones que buscaban en ese entonces su camino a la libertad y a la
unión de los pueblos américo – meridionales.
¿Bolívar
sentiría miedo a subir los peldaños de la escalera hacia la puerta de la
libertad?
¡Simplemente “si”¡
Era un hombre modelado por las circunstancias en un tiempo de brutales
transformaciones que destruirían el concepto de una sociedad feudal y abriría
paso a la modernidad con sus vicios y virtudes como pasajeras permanentes de un
pasado imposible de borrar de la memoria de los pueblos.
Todo
héroe tiene miedo, solo que el logro convertirlo en arrojo, audacia y valentía,
mientras que otros se dejarían arropar por el pánico y el terror, en fin. Fue
el hombre de las dificultades.
Simón era un visionario, un
hombre fuera de su tiempo, un ser que buscaba la paz sin renunciar a la
batalla, si de esta última, la paz dependía su existencia.
[1] Documento firmado por los Ministros
Plenipotenciarios de las Repúblicas de: Colombia, Centro América, Perú y los
Estados Unidos Mejicanos. Como producto de las sesiones del Congreso
Anfictiónico de Panamá convocado por El Libertador, entre el 22 de junio y el
15 de julio de 1826, constituyendo una hábil estrategia de disuasión, ante los
intentos colonizadores de las potencias de la época.
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