lunes, 9 de septiembre de 2013

LA GEOPOLÍTICA SOCIAL COMO NUEVA DISCIPLINA DE LOS ESTUDIOS GEOPOLÍTICOS

La Geopolítica Social de Hugo Chávez

Escrito por: Edgar Alejandro Lugo Pereira
M.Sc. en Historia Militar
IAEDEN, septiembre 2013

Escribir sobre Hugo Chávez es una tarea prodigiosa y a la vez retadora. Pues, ¿Cómo imprimir ideas sobre un personaje histórico que en vida construyó un legado proyectado para las generaciones futuras?

¿Cómo establecer parámetros de comprensión historiográficos, sin tomar en consideración lo intrincado que significa tratar la obra de un ser humano en cuerpo presente y con todos los mecanismos del poder vibrando en armonía y sincronización perfectas?

Por ello vamos a revisar una faceta de un liderazgo incuestionable, basándonos primordialmente en la alquimia de los sentidos, la pasión abrumadora del amor incondicional y bien correspondido de un pueblo, así como de la maquinaria de pura voluntad de millones de seres humanos, que con su energía consumaron la realización de un sueño tan complejo como la vida misma.

El gran enfrentamiento

Para combatir el modelo económico del capitalismo era necesario presentar un espejo para darle batalla, y no conformarse sólo con reflejar sus ataques en una clásica y agotada estrategia de defensa por imitación, sino responder con la mayor potencia posible sus andanadas ofensivas, buscando con el contraataque, causarle tanto o más daño del que pretendía obtener nuestro enemigo al agredir a su contendor, trayendo como consecuencia el debilitamiento de su sistema de avasallamiento en todas sus facetas. ¡No hay escenario de confrontación más odioso y recalcitrante que estar en completa incertidumbre!

Cuando hacemos referencia a la “Geopolítica Social”, Hugo Chávez logró rescatar los planteamientos históricos legados por los defensores y activistas en pro de la materia social. Él entendió tácitamente, previo análisis y comprensión de las corrientes filosóficas del pensamiento formal y de las corrientes del pensar cotidiano representado en la vida del ciudadano común, que el efecto contundente del éxito de cualquier plan estaba sustentado en ganarse la voluntad de los pueblos, no de sus sistemas. Es la gente quién necesita ser inspirada, las estructuras en sí, carecen de sentimientos; de allí podemos suponer la perfección de las instituciones, los seres humanos son imperfectos, y en esas imperfecciones, se encuentran las brechas para debilitar los modelos políticos, económicos y sociales, agresores de la sociedad.

Para eso se requiere la construcción de un mapa mental que defina claramente la geografía contentiva del funcionamiento del sistema susceptible de ser atacado. Infiriendo que Hugo Chávez en el proceso de creación política de su pensamiento, pudo observar las fisuras que el óxido de la ineptitud política cubrió. No era de extrañar que se adelantara a los acontecimientos que más temprano que tarde, provocarían la materialización de las peores amenazas que atentarían de hecho contra la estabilidad de un Estado absurdo y lento en sus progresiones sociales, que no supo, ni pudo, ni quiso identificar, para corregirlas a tiempo.

¿Qué son los sistemas sin la participación directa de los seres humanos, de la gente que los dirige? ¿Qué han pretendido los tecnócratas de la actualidad conseguir con la invisibilización y banalización de las sociedades sometidas a un proceso de erosión de sus valores, sustituidos constantemente por someros espejismos de abundancia y paz consensual emanados de pseudo valores del mercado?

Máximos logros para pruebas extremas

Hugo Chávez como planificador estratégico pudo hilar fino, entretejiendo las fibras sociales que se encontraban desmadejadas, enredadas y anudadas bajo el peso del olvido de la conciencia de los gobernantes, responsables de garantizar precisamente que no se dañara el tejido social de sus conciudadanos. Hecho fatal que nos condujo desde principios de la década de 1970 hasta finales del año 90, irremediablemente hacia un proceso de anarquía política muy bien dirigido por los poderes hegemónicos del orbe, bajo el signo de una permanente e indetenible corrupción, erosionando a la sociedad venezolana hasta convertirla prácticamente en un conglomerado de despojos sociales, estructura deshumanizada y sin conciencia histórica.

Estos elementos en la actualidad constituyen claves estratégicas fundamentales, para doblegar el espíritu nacional, el sentimiento patriótico, y da por hecho la cancelación del ejercicio de la soberanía de los pueblos, que buscan sobrevivir en el concierto de naciones.

Era de suponerse, cuando de conciencia política se trata, que surgiría un conductor popular con un raciocinio político superior a lo esperado por los arquitectos sociales burgueses, los cuales iban a recibir su absoluta derrota, ante el poder del mismo razonamiento pero a la inversa (arquitectura popular), cabalgando furiosa, desde las profundidades de los sentimientos de un pueblo decepcionado por los mismos hermanos que debían protegerlo, pero convertidos en verdugos gracias al poder del gran capital; se encargarían de castigarlos duramente.

Los pueblos clamaban en silencio, resistiendo con estoicidad los avatares de las tormentas desatadas por la codicia de un enjambre de oligarquías depredadoras, que sólo deseaban seguir alimentando su pasión por el ego representado en rancios abolengos de un pasado absurdo y colonizador. He aquí, entonces, el elemento catalizador de toda una geopolítica social creada por Hugo Chávez, con la idea suprema de proteger a la ciudadanía américo-meridional y de otros continentes, de los embates agresivos y destructores de las ambiciones de los neocolonizadores, que han desarrollado una estrategia mordaz y confiscadora de la conciencia de los pueblos, apostando todos sus recursos de dominación, conduciendo a las sociedades afectadas hacia la desaparición de su identidad, sustituyéndola por antivalores representados en el consumismo, el mundo del entretenimiento, la frivolidad, el debilitamiento de los sistemas educativos y la negación absoluta de sus propias realidades.

Por tal geopolítica social novedosa, entendemos en un primer esbozo categorial. “Todos aquellos discursos y desempeños políticos de esencia bolivariana y liberadora, dinamizadores de lo social, cuyo objeto es producir y ejecutar estrategias plurales de ruptura de las hegemonías que pretenden el sometimiento de los pueblos”.[1]

Hugo Chávez no sólo generó los principios básicos de este enfoque, sino que lo ejecutó con tal maestría, que difícilmente podrá ser superado en la habilidad política y comunicacional con que la llevó eficazmente a la práctica. Partiendo de modelos geopolíticos, podemos inferir que lo más importante para Hugo Chávez, fue sin duda el ser humano, no los sistemas.

Al atender las necesidades del pueblo entendiendo en el proceso sus carencias y sus sufrimientos, logró tomar el control de la situación social para satisfacerla de manera sistémica. Todo en el proceso revolucionario debía tener una lógica de ejecución. Es por lo que actualizó sin cesar el sentido del proverbio clásico: “¿Por qué darle el pescado a la gente? Hay que entregarle la caña y enseñarle a pescar”. Él comprendió definitivamente, la importancia estratégica de someter los sistemas sociales al servicio de los pueblos, esto fue un éxito imposible de ser superado por ningún modelo existente hasta la fecha y continuará consolidándose en la medida que los gobernantes de las naciones hermanas lo pongan a prueba, generando un efecto aglutinador de voluntades que sumadas en un proceso ideológico liberador ha convalidado de hecho y de derecho, un nuevo mapa geopolítico, donde las naciones involucradas en el proceso, han dejado bien claro su intención de no retorno.

Con tal fin se han creado las organizaciones hechas a la medida del espíritu de colaboración en los ámbitos políticos, económicos y sociales, permitiendo a la vez, la creación de los instrumentos necesarios que fortalecerán la articulación de los sistemas a través de las políticas de Estado diseñadas para cada fin.

En veinte (20) años han nacido en América tantas organizaciones de carácter integracionista, que han apaleado de manera literal, todas las intenciones de imponer políticas foráneas de intromisión supranacional. La Organización de Estados Americanos está cuestionada y se ha convertido en una oficina burocrática y con una gran carencia de credibilidad para resolver alguna discrepancia seria en la región.

La ONU, a pesar de los grandes esfuerzos y recursos que en materia de resolución de conflictos ha empeñado, tiene al Medio Oriente, Asia y África en permanente estado de beligerancia, algunos de estos países -Irán y Corea del Norte- con un marcado peligro de desencadenar una guerra nuclear, por parte de las potencias occidentales agresoras, que traería consecuencias terribles de carácter global e irreversible. La América Meridional, como lo clamaría el Padre de la Patria “El Libertador Simón Bolívar”, debe conformar una confederación de Estados que puedan oponerse a cualquier amenaza que atente contra la prevalencia de la paz en la región. Ése era su gran proyecto político inconcluso. Sin embargo, es Hugo Chávez quien materializa definitivamente los caminos de la integración de los pueblos américo-meridionales, y algo de trascendental importancia: marcó el sendero de cualquier otro pueblo del orbe que desee abrazar los preceptos de lo pluricultural, la libre determinación, la justicia social y la paz.

Esta fuerza expande los límites de la dimensión sociológica de la geopolítica, lo cual conceptuaríamos como capital para una “Geopolítica Social”. PETROCARIBE, ALBA, CELAC, ASA, UNASUR, TELESUR, Sistema Unitario de Compensación Regional (SUCRE), entre otros mecanismos políticos, sociales y culturales, forman parte del sistema de socialización activa que le ha permitido a Venezuela, fortalecer su posición como elemento de integración y de liderazgo geopolítico, más allá de las corrientes académicas rectoras de la materia.

¡Esto es excepcional! Está fuera de los parámetros que los tecnócratas han utilizado para analizar el caso venezolano.

¡Esto es tener el poder originario! El 5 de marzo de 2013, fue una fecha ratificadora del mensaje de paz, amor e integración social en el ámbito mundial del hombre que sensibilizó a la humanidad.

Durante diez días, se dieron cita en Venezuela más de 50 jefes y jefas de Estado, cancilleres, ONG, organismos supranacionales, colectivos sociales de diversas tendencias, representantes religiosos, y sobre todo el protagonista principal: el pueblo soberano, el hombre y la mujer de calle, el niño y la niña que los acompañaban, todos con el corazón completamente abatido por la pérdida, pero a su vez resucitando la esperanza en cada latir, en cada respiro, en cada mirada llena de compromiso histórico con las generaciones por venir y con el peso de la responsabilidad de mantener el legado reivindicador de los pueblos, garantizando su omnipresencia. 

He aquí el compromiso rotundo que Hugo Chávez adquirió con la humanidad. ¡Estábamos escasos de héroes! Él con sus circunstancias propias y ajenas, trascendió a los altares de las conciencias de los pueblos del mundo, como el hombre bueno, el del corazón sensible, el hombre solidario transfigurado en amor de madre-padre, el soñador de la patria grande, la patria de Bolívar. Soñador irredento de una geopolítica social enaltecedora. En fin… 

“…Otro hombre vencedor de las dificultades…” [2]

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[1]Esta caracterización recoge algunos atributos sobresalientes para construir una definición rigurosa de geopolítica social. Es una primera aproximación a este objeto, y escapa por lo tanto al alcance de este artículo, cuyo énfasis reside más bien en presentar la vigorosa conexión entre lo cognoscitivo y la praxis que operó en el Comandante Presidente Hugo Chávez a propósito de problemas de la construcción del mundo pluripolar. Debo expresar mi gratitud al Licenciado. Duilio Medero, del CEOFANB, por las estimulantes discusiones sobre estos tópicos

[2] Parafraseando a Miguel Acosta Saignes en su obra Acción y utopía del hombre de las dificultades, Ediciones Casa de las Américas, La Habana, 1977. [Libro galardonado con el Premio Extraordinario “Bolívar en Nuestra América”, 1977.]

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